Por Alejandro Haddad. En las últimas décadas, más de 500 niños han muerto en Turquía por la represión de las fuerzas de seguridad. La mayor parte de esas muertes son atribuidas a personas sin nombre ni apellidos. La impunidad está suelta en Anatolia.
Berkin Elvan
En enero, Berkin Elvan cumplió quince años en la sala de terapia intensiva. Hacia ocho meses que estaba en coma. En la madrugada del martes 11 de marzo, el muchacho murió en un hospital de Estambul. Nueve meses antes, un proyectil de gas lacrimógeno lanzado por la policía había golpeado en su cabeza durante las protestas por defender el Parque Gezi, de Estambul.
Con la muerte de Berkin el pueblo volvió a las calles. Un testigo de 17 años, amigo del muchacho, dijo al fiscal Faruk Bildirici: “La policía comenzó a disparar bombas lacrimógenas mientras giraba la esquina (de la calle). Berkin levantó la mano y gritó: ‘Voy a comprar el pan, dejen de hacer eso, no arrojen más bombas de gas’”.
Sunay Yıldız, otro testigo, comentó que, durante la represión de las manifestaciones “hubo sólo 20 metros de distancia entre nosotros y la policía antidisturbios.”
El día de su fallecimiento, la mamá de Berkin dijo a la prensa: “A mi hijo no se lo ha llevado Dios, sino Erdoğan”, en referencia al cuestionado primer ministro turco.
Muertos por Gezi
El parque Gezi es uno de los pocos parques que se erigen en la región de Taksim, en la ciudad de Estambul. El primer ministro Recep Tayyip Erdoğan amaneció con la idea de volver a construir una mezquita, la cual fue demolida por la nación turca cuando anunciaban al mundo que el imperio otomano había caído para dar inicio a una república laica. Luego de una década de gobierno, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, por sus siglas en turco) sufrió la mayor manifestación de civiles en la calle y en unos de sus propios barrios turísticos.
Berkin, que salió a comprar pan, se convirtió en la octava persona civil asesinada durante las protestas para defender ese parque.
La policía, que estuvo días completos en las calles, sin regresar a sus casas, y durmiendo sobre sus escudos o cartones, se mantenía bajo la orden de disparar gases lacrimógenos, agua a presión y balas. El día 9 de junio de 2013, Emniyet Sen, presidente del sindicato de policías leyó un comunicado de su fuerza: “Se han suicidado seis de nuestros agentes”. Un día después, Erdoğan, sin entender el comunicado dijo que desde el pueblo “atacan a mi policía, odian a mi policía”.
Desde diciembre pasado el Estado turco es acusado de corrupción. Nuevamente, el partido AKP salió a la luz, a quien se le agregaron las fuerzas de seguridad. El pueblo kurdo anunciaba que los altos mandos del ejército y la fuerza aérea aumentaban su dinero a partir de la guerra contra la guerrilla kurda del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). Desde 1999 que el PKK anunció varias veces el alto al fuego unilateral, el cual siempre fue repelido por bombardeos de las fuerzas turcas. Esta posición de radicalización de una guerra contra quien ha frenado sus fusiles, tiene varios aspectos económicos: seguir comprando armas a Israel y a Estados Unidos.
En Turquía hay anécdotas contradictorias. Las últimas hablan de que hay un conflicto entre ellos e Israel acerca de los turcos muertos por soldados israelíes en el barco Mavi Mármara que se dirigía solidariamente a Gaza, Palestina. Pero Turquía comenzó a hablar con Israel para sofocar ese conflicto. Entre ambos países existe otro llamado Siria, con un presidente por derrocar por bandas armadas por Turquía. Por otro lado, y siguiendo con esa contradicción que emerge como un eructo y se va, a fines de 2013 compró un sistema de misiles tierra-aire a China por el monto de 3.440 millones de dólares. Esta operación produjo irritación en Estados Unidos, país que, a su vez, siguió vendiéndole armas a Turquía ese mismo año.
Niñas y niños
Berkin Elvan ha sido el último niño en morir en Turquía a manos de las fuerzas de seguridad. Ahí no hay contradicción.
En diciembre de 2011, la agencia de noticias DIHA comunicó que “152 niños kurdos fueron asesinados en Turquía durante el gobierno del AKP”. En tanto, anunciaron que, en los últimos 24 años fueron asesinados 530. La información se basó de la Asociación de Derechos Humanos de Turquía.
En diciembre de 2010, anunciaron que en la ciudad de Sirnak, las fuerzas de seguridad mataron a ocho personas, de las cuales tres eran niños.
Según distintas noticias, se puede hacer un pequeño resumen:
-Mustafa Dağ y Mahsum Karoglan: murieron en abril de 2009 por proyectiles de gas lacrimógeno lanzados por la gendarmería de Urfa.
-Ceylan Önkol: 12 años, distrito de Lice en Amêd (Diyarbakır), septiembre de 2009. Mientras cuidaba a las ovejas de su familia, Ceyan encontró un mortero “sin explotar”, el cual explotó y destrozó su vientre.
-Mehmet Uytun: 18 meses de edad, octubre de 2009. Un proyectil de gas lacrimógeno golpeó en su cabeza mientras estaba en los brazos de su madre, dentro de la casa. La policía reprimió una manifestación en la ciudad de Sirnak.
-Diren Basan: 10 años, junio de 2010, atropellado por un vehículo de la policía.
-Umut Furkan Akçil: octubre de 2010, Sirnak, fue atropellado por un vehículo de la policía. El niño trataba de ocultarse de los gases lacrimógenos en una manifestación a favor de Abdullah Öclan, líder del PKK, preso en la cárcel de Imrali.
-Ahmet Imre: 12 años, distrito Güçlükonak de Sirnak. Murió por una bomba que se encontraba entre la basura de la gendarmería. Al estilo “minas antipersonas”, estas bombas fueron repartidas entre lugares de circulación civil. El padre de Ahmet, Abdulkerim Imre, 17 años antes fue víctima de una de esas bombas, por la cual perdió una de sus piernas.
-Canan Saldık: 16 años, ciudad de Van, octubre de 2010. Murió cuando una bala del ejército entró en su cabeza. En febrero de 2011 un comunicado de 27 páginas, firmados por el sargento Adem Şimşek y el teniente coronel Levent Ayik, hablaron de que fueron balas disparadas en el cuartel de Hacıbekir con un rifle marca Bixi montado en la parte superior de un tanque. Aunque el informe no identifica responsable alguno, dice que hubo errores: “el hecho de que no había ninguna carta escrita informando al mando superior que habría una práctica, y que el personal que participó en la sesión no tenían suficiente formación e incluso los miembros militares de rangos superiores no tenían suficiente experiencia.”
-Doğan Teyboğa: 13 años, Silopi, distrito de Sirnak, julio de 2011. La niña fue herida en la cabeza con una granada de gas lacrimógeno durante una intervención en una manifestación.