Con más de 900 millones de usuarios, Facebook se convirtió en los últimos días en uno de los más grandes papelones financieros de Estados Unidos. Desde su lanzamiento en la bolsa de Nueva York, sus acciones cayeron en picada y se preparan para levantarlas cueste lo que cueste.
En el mundo globalizado y neoliberal de hoy, ser popular no equivale a ser rico. ¿La prueba? La empresa Facebook que, a pesar de sus más de 900 millones de usuarios en todo el planeta, no para de caer en la bolsa. Desde su lanzamiento al mercado del lunes pasado, la empresa fundada por Mark Zuckerberg pasó de un valor de US$ 72.760 millones a US$ 61.750, según el cierre del día martes. Un colapso que llevó a varios inversores a la desesperación por vender aún perdiendo sumas millonarias.
Pero ¿cómo una red social de la envergadura de Facebook puede caer de esa manera en su lanzamiento en la bolsa? La explicación es muy simple, aunque requiere ciertos conocimientos acerca de las técnicas de la especulación bursátil y sus actores. El valor de una acción en la bolsa se determina en base a la ecuación demanda-oferta. Cuando una empresa quiere lanzarse al mercado debe establecer un valor sobre la base de lo que se especula que los inversores apostarán a sus acciones. Para averiguarlo, se hacen consultas a los principales inversores mundiales y, a partir de una serie de variables, se establece el precio. Este trabajo, por lo general, lo hacen grandes consultoras financieras. En el caso de Facebook, la elegida fue Morgan Stanley. Se trata de una de las más importantes entidades financieras del mundo, símbolo hasta hace unos años del poderío financiero estadounidense. En Sudamérica opera en Argentina y Brasil y hoy está conformada por capitales españoles (La Caixa) y chinos, además de los de EE.UU.
Morgan Stanley colocó el precio de las acciones de Facebook a unos 38 dólares, conformando así un valor total de la empresa que llegaría a ser 72 veces lo ganado durante 2011 y 60 veces lo que Facebook prevé ganar durante 2012. La exorbitante sobrevaluación se habría hecho a partir de las consultas globales con inversores, entusiasmados con la idea de que la empresa con el mayor número de clientes directos en el mundo cotizara en el libre mercado. Lo que no se tuvo en cuenta es que las 900 millones de personas que utilizan Facebook no aportan un centavo para hacerlo -en su gran mayoría- y que el capital de la empresa está compuesto principalmente por la pauta publicitaria que recibe de otras empresas.
El martes pasado se dio a conocer un nuevo capítulo de la historia. Morgan Stanley habría rebajado la proyección de ingresos de Facebook a último momento, probablemente para remediar el papelón hecho con la evaluación de las acciones. Esto, además de perjudicar a la misma empresa, desalentó a los grandes inversores y el derrumbe de las acciones se hizo inevitable. Pero no solamente esto. Uno de los analistas de la consultora, Scott Devvit, habría avisado horas antes del lanzamiento a sus grandes clientes que los beneficios de la empresa iban a ser mucho más bajos de lo que la firma había garantizado para asegurarse una buena recepción de los mercados en su salida. Aún no se sabe si esa información circuló a otras esferas y a inversores más pequeños. Sin embargo, la Comisión del Mercado de Valores de Estados Unidos (SEC) ya informó que comenzará una investigación en torno a lo sucedido, que ya fue tratado en la última audiencia de la Comisión Bancaria del Senado de los Estados Unidos. “Creo que hay muchas razones para confiar en nuestros mercados y en la integridad con la que operan, pero hay problemas que necesitan ser revisados con respecto a Faceboook”, declaró la titular del SEC, Mary Schapiro, a la salida de la audiencia.
Mark Zuckerberg, el joven creador de la red social, se encuentra ahora en una encrucijada. De creador de una herramienta informática que revolucionó el uso de internet, se convirtió en el CEO de una empresa que cotiza en bolsa con un futuro financiero poco feliz, por lo menos en los próximos meses. El valor agigantado de sus acciones lo obligan a elegir entre dejar que el mercado lleve el precio a un punto más acorde a la realidad, o apostar a generar todas las ganancias que pueda para sostener ese precio y mantenerse a flote. De elegir esta segunda opción, Facebook comenzará a tener parte de sus servicios pagos y un incremento muy fuerte en la cantidad de publicidad en las páginas.
Lo que queda claro es que frente a los mercados no hay cantidad de amigos que valgan. En un mundo establecido sobre la lógica de la ganancia fácil, aún los más populares pierden ante el endiosado dinero.