Ante la intransigencia patronal el cuerpo de delegados de la emblemática línea de colectivos continúa con el paro en reclamo por la reincorporación de cuatro despedidos, entre otras demandas. Por ahora no acatan la conciliación obligatoria.
Los choferes de la línea 60, una de las más grandes del país, continúan con las medidas de fuerza que lanzaron el martes pasado reclamando por la reincorporación de cuatro despedidos, la mala liquidación de los haberes y el cambio de tareas a más de 100 trabajadores. Además del paro, en el día de ayer cortaron el tránsito de la colectora de la Panamericana en la localidad de Ingeniero Maschwitz, donde está una de las cabeceras de la línea, y en la Plaza Constitución de la Ciudad de Buenos Aires, en el otro extremo del recorrido.
Durante el día de mañana está pautada una reunión entre el cuerpo de delegados y los representantes de la empresa Monsa en el Ministerio de Trabajo para negociar una salida a la situación. Ante la continuidad de la medida de fuerza anunciada, el subdirector nacional de Negociación Colectiva del Ministerio de Trabajo de la Nación, Adrián Caneto, intimó a los directivos de la empresa a ofrecer una solución en las próximas 48 horas y al mismo tiempo dictó la conciliación obligatoria por los próximos 15 días con la finalidad de impedir el paro y cualquier represalia patronal. Sin embargo, los delegados gremiales de los choferes anunciaron que las medidas seguirán por tiempo indeterminado hasta que lleguen a una solución a sus reclamos. Es decir que hasta el cierre de esta edición de Marcha no acatarían la resolución oficial.
La situación de extrema tensión se expresa en las declaraciones del titular de la empresa, Marcelo Pasciuto, quien declaró que “el 90 por ciento de los trabajadores está conforme, pero el cuerpo de delegados los amedrenta y no los deja trabajar. Todo es violencia y presión”. Según el directivo, la finalidad de los delegados sería “formar una cooperativa para adueñarse de la fuente de trabajo” y “las medidas de fuerza adoptadas son totalmente irracionales”. Por su parte, el delegado Daniel Farella explicó que “la culpa de todo esto la tiene el presidente de la empresa Monsa, al no respetar lo que se firmó en el Ministerio”. Respondiendo a las acusaciones del directivo, explicó que los cuatro despedidos fueron echados injustamente. “Uno había tenido un accidente y estaba inhabilitado para conducir pero le dieron otra tarea. Ahora lo echaron. A otro compañero lo acusan de vender sándwiches en una terminal pero la que vendía era la hija y los otros dos están enfermos. Hacen esto para parar las denuncias que les hacemos por mal servicio”. De hecho explicó que “la Comisión Interna hizo varias denuncias en la Comisión Nacional de Regulación del Transporte y en la Secretaría de Transporte” pero ninguna fue tomada en cuenta. “El reclamo viene desde hace un año y medio, cuando DOTA compró a Monsa. De los 54 coches que necesita la línea 60 sólo sacan a la calle 26. Para una empresa tan grande esto es terrorífico cuando tienen 50 coches parados en Maschwitz”.
Intentando mediar en el conflicto, el intendente del partido de Tigre y ex Jefe de Gabinete de la Nación Sergio Massa, cuestionó a Monsa por “no generar ámbitos de diálogo con el personal que permitan evitar situaciones que dejan finalmente de rehenes a los usuarios”. Pero, por otro lado, también pidió a los trabajadores que “tengan en cuenta que también son trabajadores los perjudicados por la medida y que tienen otros mecanismos de presión a la empresa que prevé el convenio colectivo de trabajo”. Hay que tener en cuenta que los habitantes del partido de Tigre se ven altamente perjudicados por la medida de fuerza gremial.
El conflicto entre los trabajadores de esta línea de colectivos y la empresa que la gestiona ya es de larga data e incluso había arrancado desde antes de la compra de la mayoría de la empresa por el poderoso grupo DOTA. Es posible trazar una analogía entre el proceso de construcción de este cuerpo de delegados y el de los subterráneos de Buenos Aires, fundada en la mayoritaria aceptación que cuentan entre los trabajadores y en la oposición de ambos a la dirección de la Unión Tranviaria Automotor (UTA). Se trata de una línea de colectivos que transporta diariamente a unas 250.000 personas mediante 600 unidades distribuidas en 22 ramales, conectando la Terminal de Plaza Constitución con toda la zona norte de la Provincia de Buenos Aires, llegando hasta las ciudades Tigre, Escobar e Ingeniero Maschwitz.
Finalmente, también los choferes de la línea 25 que une la estación Sáenz Peña, en el partido de 3 de Febrero, con el barrio porteño de La Boca están de paro hace ya 21 días. En su caso denuncian “la falta de inversión” que se expresa “en el deplorable estado del parque móvil de 50 unidades, utilizando solamente 35 de ellas, viéndose reflejada en la muy mala frecuencia y pobre calidad de servicio que se le brinda al usuario”, según explicaron en un comunicado fechado el 8 de abril.