La ofensiva internacional contra el gobierno sirio no cesa. La Unión Europea decidió nuevas sanciones contra el gobierno de Al Assad y la Liga Árabe pidió su renuncia. En Damasco, Alepo y los puestos fronterizos el ejército combate con los grupos armados opositores. Vuelven a escena las Armas de Destrucción Masiva.
La semana pasada el Ejército Libre Sirio (ELS), principal grupo armado opositor al gobierno de ese país, había anunciado el comienzo de una ofensiva sobre la capital Damasco. Desde entonces se han sucedido varios enfrentamientos en los barrios de la ciudad. El principal hecho hasta entonces fue el atentado contra la sede de la Seguridad Nacional donde falleció el ministro de Defensa y otros funcionarios. Sin embargo, durante el fin de semana y este lunes, las fuerzas de seguridad del Estado han recuperado terreno expulsando al ELS y otros grupos de varios barrios de Damasco.
También las autoridades abortaron un intento de infiltración de grupos armados procedentes de Líbano, en diferentes puntos de la zona de Tal Kalakh, provincia de Homs, a 162 kilómetros al noroeste de la capital. De todas formas, cabe destacar que la disputa por las fronteras es una historia muy particular. Si bien no hay una versión única de parte de la prensa (como viene pasando a lo largo de todo el conflicto), en las últimas horas se reforzó la idea de que el ELS controla algunos puntos fronterizos. El ministro de Asuntos Exteriores turco, Ahmet Davutoglu, confirmó que el paso de Bab al Salam, uno de los que separa Siria de Turquía, se encuentra desde este domingo bajo control del ELS. Esto facilita el apoyo exterior a los grupos opositores, situación que ya ha sido denunciada por el gobierno sirio e incluso reconocida por gobiernos de diversos países, entre ellos Turquía, que buscan derrocar a Al Assad.
El paso de Bab al Salam se encuentra en las cercanías de la ciudad de Alepo, segunda ciudad del país y sobre la cual los rebeldes anunciaron recientemente que lanzaron una ofensiva para “liberarla”. Desde el fin de semana se suceden allí enfrentamientos entre grupos insurgentes y el ejército sirio.
Durante el fin de semana desde el ELS aseguraron que habían logrado controlar varios puestos fronterizos con Turquía e Irak, pero esa información no se pudo confirmar en otras fuentes.
La Liga Árabe, Israel, EE.UU. y la Unión Europea van preparando la ensalada
La Liga Árabe, que nuclea a la gran mayoría de los países de Medio Oriente (desde Marruecos hasta Irak) se reunió este domingo en Qatar. En un comunicado conjunto que salió este lunes, la organización panárabe se mostró más interesada en el derrocamiento de Al-Assad que en detener los combates en Siria. Exhortó al presidente a que renuncie al cargo a cambio de una “salida segura” para él y su familia. Además, la declaración avalada por los cancilleres llamó al ELS y a otras formaciones opositoras a crear un “gobierno provisional de unidad nacional”, junto con “la autoridad nacional de facto”.
Las naciones árabes también apelaron a la Asamblea General de la ONU para realizar una reunión de urgencia a fin de trabajar en la creación de lo que la declaración describió como “zonas de seguridad” y “corredores humanitarios” en Siria.
Por su parte, la Unión Europea (UE) acordó también este lunes nuevas medidas contra Siria. El paquete de sanciones contempla congelar los activos y prohibir los viajes al territorio comunitario a tres entidades y 26 personas del país árabe. Con esta decisión aumentan a 52 empresas y 154 funcionarios o representantes sirios afectados por las represalias de la UE. Se trata de la décimo séptima ocasión que el bloque comunitario aprueba sanciones contra el país, en las que se incluye, además, un embargo petrolero.
Finalmente, en los últimos días un nuevo discurso ha entrado en escena. Para los medios y gobiernos occidentales ya no se trata solo de “llevar la democracia” a Siria y derrocar la dictadura de Al Assad. Una vieja herramienta, pero no por eso menos efectiva, se ha puesto en funcionamiento. La amenaza de las famosas Armas de Destrucción Masiva. En el caso sirio, armas químicas y biológicas. Tanto el gobierno estadounidense como el israelí hicieron declaraciones recientemente planteando su “temor” a que el gobierno utilice dichas armas contra su población. En el caso de Israel (que se ha mantenido formalmente al margen del conflicto hasta el momento) se agregó otra preocupación. El ministro israelí de Defensa, Ehud Barak, manifestó el temor a que ese tipo de armas caigan en manos de grupos islamistas radicales, como el libanés Hezbollah. “Israel no podrá aceptar la transferencia de armas inteligentes al movimiento chiíta libanés respaldado por Irán”, advirtió.
“No estaría bien decir cuándo actuaremos, si actuaremos y cómo actuaremos”, subrayó Barak, pero prometió que Israel, que posee ese tipo de armas, se defenderá “con responsabilidad”.
El portavoz de la cancillería siria, Yihad Makdissi, respondió a la televisión qatarí Al Yazira que su gobierno “nunca usará” armas químicas “contra los sirios, pase lo que pase”. Sin embargo, aclaró que dichas armas, que están bajo control del ejército se podrían usar para enfrentar una “agresión externa”. Makdissi aprovechó la ocasión para denunciar que su gobierno enfrenta una campaña en contra organizada por medios de comunicación extranjeros que sugieren que las fuerzas gubernamentales podrían estar utilizando armas de destrucción masiva. Semanas atrás, coincidentemente, las fuerzas sirias secuestraron a bandas calificadas de “terroristas” granadas de gases tóxicos. Esto hace sospechar a las autoridades de una posible utilización de estas armas para culpar al gobierno.
Parece ser que el escenario (o la parrilla) se está preparando para tirar a Siria al asador mediante una intervención abierta. Mientras tanto millones de sirios sufren el conflicto armado. Durante el fin de semana, unas 30 mil personas cruzaron la frontera hacia el Líbano, refugiándose en casas de familiares o amigos, según informó la Cruz Roja en Beirut. Por su parte, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados estima que alrededor de un millón de personas (de los 21 millones de habitantes de Siria) dejaron su hogar ante la escalada de la violencia y que unos 250 mil se refugiaron en los países limítrofes.