Por Leonardo Candiano y Lucas Peralta. Primera parte de la entrevista exclusiva al cantor y compositor uruguayo Tabaré Cardozo, quien nos adelanta la salida de su próximo disco, Malandra, y repasa su trayectoria solista y murguera.
En su reciente llegada al país para sus recitales en Buenos Aires, el murguista Tabaré Cardozo se tomó un buen tiempo para dialogar con Marcha sobre su trayectoria y sus próximos pasos en la música, disco nuevo incluido –Malandra-, que prepara para el mes de octubre. Aquí reproducimos la primera parte de una extensa charla de café en el bar Malavida de San Telmo.
En octubre sale tu próximo disco, Malandra.
-Sí, los temas ya están, falta grabarlos. Estoy en el período de la maqueta de ese disco. La idea es terminar la primera fase de la grabación real antes de mayo.
¿Qué características va a tener?
-Desde el punto de vista musical, casi todas las canciones son murga-rock. Yo ya vengo haciendo algo por el estilo pero conjugado con otras cosas. Cada disco tuvo una pincelada de murga-rock, dos o tres canciones, cuatro a lo sumo, como en Pobres poderosos, pero siempre mezclado con una esencia multirítmica y multigenérica. Ahora en Malandra el 80% de las canciones van a ser murga-rock.
Hay un hilo conductor que une la murga y el rock, en lo contestatario por ejemplo.
-Claro, sí. Los experimentos que hice en los discos anteriores funcionaron muy bien. Son dos lenguajes compatibles que en esencia apuntan hacia el mismo lugar, con la misma rebeldía, con el mismo espíritu rupturista y confrontativo. Conviven bien, ambos son populares y urbanos.
Saliste con la murga La clarinada en 2001, tu primer disco –Poética murguera- es de 2002. En 2004 saliste con Los curtidores de hongos y en 2005 tu segundo disco, Pobres Poderosos. En 2006 empezás con la Catalina y en 2007 se edita El murguero oriental. Por último, en 2010 sale El zoológico de mi cabeza, y hasta 2011 seguís con Agarrate Catalina ¿Es lo mismo para vos componer para la murga que para tu banda solista?
-Cuando saqué el primer disco, si bien era en paralelo con mi actividad como murguista, resultó un compilado de las canciones que hice durante toda mi vida hasta ese momento. No es que compuse esas canciones en ese período, son canciones que tenía desde hacía muchos años, pensá que arranqué con bandas de rock a los 14 y cuando grabé ese disco tenía 28. Son canciones que, obviamente, muchas germinaron en la última etapa, pero viene de antes.
En los otros discos sí, en el período que abarcó entre la salida del primero y el segundo compuse las del segundo, y así sucesivamente, y siempre tuve murgas en paralelo, entonces iba viendo en qué canasto iba qué fruta, si en el de la murga o en el de la banda solista. El único disco que hice sin hacer murga mientras tanto es este Malandra, ya que sus canciones las compuse luego de terminar mi actividad con la Catalina, en 2011. Espero que sea el mejor.
¿En qué se diferencia la composición entonces, te sale naturalmente o es algo que pensás con anterioridad?
-En teoría tengo claro en qué canasto va cada una, pero a veces aparecen cosas difíciles de clasificar, como por ejemplo el cuplé de la violencia, que en principio lo había armado para mí y mi hermano me pidió que lo pusiera en la murga y ahí funcionó muy bien.
¿Qué significó para vos dejar la Catalina?
-Fue muy difícil, son esas decisiones que te sacuden. Es un cambio de panorama, un desprendimiento de afectos. Todos los que integran la murga son amigos míos, pero aparte tengo ahí a mis dos hermanos, a mis cuñadas, dos primos. Mucha gente con la que viví una cantidad de cosas, mucho camino compartido, mucha carretera. Eso tiene una parte de convivencia y de rutina buena que un día que la cortás se hace difícil de manejar, es como una abstinencia. A veces te da ganas de volver, sobre todo en carnaval. Pero bueno, la dejé por una cuestión de tiempos, realmente no podía seguir al mismo ritmo con las dos cosas, la murga y la banda.
Me acuerdo de la canción “La murga combativa”, cuando decís “menos mal que la murga está acá” para dar cuenta de los problemas de la gente. ¿Qué es la murga para vos?
-La murga durante muchos años, sobre todo en los años oscuros de la dictadura, sirvió como una defensa, un escudo y un escape a todo eso terrible que estábamos viviendo. El arte, en general en todo Latinoamérica, le hizo el aguante a la libertad. Lo que pasa es que particularmente en Uruguay estaban proscriptas casi todas las disciplinas del arte que tuvieran que ver con algo de resistencia, salvo el carnaval. La murga es lo que quedó, porque era un fenómeno popular tan fuerte que no lo pudieron prohibir, más allá de que había censuras muy grandes.
A mí todo eso me tocó vivirlo siendo niño como espectador, murgas que de pronto no salían porque les habían censurado los cuplés, murguistas que igual cantaban lo censurado y marchaban presos, la murga fue algo muy presente en toda mi vida.
Una anécdota bastante curiosa que me tocó vivir se dio el día en que se desproscribe la central obrera de Uruguay, que era la CNT. Estaba proscripta y en 1983 se desproscribe, pero bajo el nombre de PIT-CNT. El día que se hace esa inauguración era todavía dictadura, que en Uruguay terminó en 1985. Ahí hubo cantidad de cantores populares, y ahí actuaba la murga mía, una murga de niños casi, Los Draculatekas. Una parte de la letra de lo que cantamos decía “un sendero amplio al cual podamos seguir y ver de frente al porvenir”, jugando con la palabra Frente Amplio. Hacíamos como un contracanto y en esa parte se daban vueltas las palabras y terminábamos diciendo frente amplio. Ahí la gente deliraba, imaginate, además, como éramos niños no nos podían llevar presos.
¿Hoy la murga sigue siendo ese lugar de resistencia?
-Sí, lo que pasa es que estamos viviendo un período muy raro de adaptación. Hoy hay un gobierno de izquierda por el cual todas las murgas pelearon. Entonces se enfrenta el yo militante y el yo murguista de cada uno de los letristas de murga. Hay un problema ahí que algunos lo resuelven de mejor manera y lo han sabido conjurar mejor, y a otros les cuesta más. Cada uno a su manera y con su estilo lo ha intentado resolver. Yo soy de la idea de que hay que criticar, porque si no llegamos al fin de la utopía y es un desastre. Hay que ser concientes de que tenemos un buen gobierno, particularmente este segundo período con el Pepe Mujica, que es un fenómeno como tipo, como ser humano y como filósofo. Yo siempre digo, los uruguayos solemos ser muy humildes, pero en este caso no podemos ser humildes porque tenemos al mejor presidente del mundo. De cualquier manera, una cosa es el Pepe Mujica, que es un crack, y otra cosa es el gobierno, más allá de que él esté al frente, y hay muchas cosas que hay que solucionar, muchos errores, y creo que la labor nuestra es desde la crítica, no adulando.
Cuando los que hoy son oposición eran gobierno y hacían las cosas mal, nosotros fuimos muy duros con ellos, entonces, seríamos muy hipócritas si los de nuestro gobierno hacen las cosas mal y no lo decimos.
¿Crees que Agarrate Catalina o las murgas del siglo XXI reinventaron el género?
-En absoluto. La murga es algo que se reinventa permanentemente todos los años. Lo que pasó es que nosotros estuvimos, como se dice usualmente, en el momento justo y en el lugar indicado. Por eso la Catalina tiene la posibilidad de hacer muchas cosas. Por ejemplo, el hecho de que la murga viaje por el mundo no es algo privativo de la Catalina. De hecho, cualquier otra murga, adaptando un par de cosas a sus espectáculos, puede también llegar a ser internacional. Lo que pasa es que muchas veces cambian el plantel muy seguido mientras la Catalina nuclea a los mismos murguistas siempre. Agarrate Catalina empezó, de a poco, con pibes que tenían dieciocho años y, al cabo de doce años son muchachos de treinta que ya fueron haciendo carrera. Hoy muchos se recibieron, otros dejaron sus trabajos, solucionaron sus problemas laborales y están trabajando de eso. Esto no es algo que vos lo puedas hacer de un día para el otro. No es juntar gente, armar un cuadro e inmediatamente salir por el mundo. Se dieron una cantidad de circunstancias que se alinearon favorablemente para que pase lo que está pasando con Agarrate Catalina.