Mel Zelaya

Diez años después del golpe de Estado en Honduras, cantar es un acto de resistencia, no solo porque una eligiera eso como aporte, sino porque cantar pareciera banal frente a otros derechos tan primarios como ausentes en nuestro país, como vivir y ser joven y pobre y lesbiana o gay y vivir en un barrio marginal y ser indígena o negra, y no tener educación formal, y no tener un trabajo y salario digno, y un techo digno. Una vida, pues, que solo busca ser digna en su paso.