Por Víctor Gómez. Llega y se presenta Tango y criollismo, un disco de tango y otras cuestiones. Juan Villarreal y Marco Antonio Fernández, exentos de artificios, andan y logran lo justo desde algún llano, que en la variedad de las canciones elegidas es lo más cercano a lo cierto y a lo bello.
Canciones de tierra adentro, canciones con voz y música de esa misma tierra que, cubierta de un buen y sobrio gusto -si es que hay alguno de algún otro tipo- llevan y hacen recorrer lugares tan conocidos como variados. Voz, lo dicho, con guitarra y bandoneón de compañía, y tanta, que se ofrecen, artistas e instrumentos, como igual de protagonistas.
Arranca Juan Villarreal y avanza Marco Antonio Fernández. La ecuación, sencilla y despojada, da como resultado Tango y criollismo, una obra de arte, pequeña o grande -cada cual y cada quien sabrá cuantificar, si es que resulta necesario-, que en forma de disco carga, en esa sencillez y despojo, una cálida e íntima belleza.
Desde Cadícamo y Contursi, y hasta con Zitarrosa y los Expósito, estos dos, Villarreal y Fernández, que son muchos más así de solos, se sacan las ganas del gusto por cantar lo que se quiere, lo que se añora, lo que va quedando y nunca se pierde, y lo que aún, en una nueva visita al pago o terruño musical, y de alguno de los otros, no mengua en lo original ni en la gracia. Como en cualquier día de estos, ahí va y viene el placer del hallazgo en este disco, en un último resquicio donde lo tan simple y bueno, junto al conocimiento, juegan de memoria.
Juan Villarreal, que canta muy bien, o digamos que orilla a un gran cantor, hasta atravesar lo que sea y serlo sin vueltas, se acompaña así de igual con la guitarra. Marco Antonio Fernández, de bandoneón entibiador de almas, es con quien se manda por los varios caminos del amplio cancionero criollo. “Zamba del ángel”, “Tú”, “Duende del bandoneón”, “Recuerdo de Ypacaraí”, “La novia ausente”, y “Pa´l que se va”, son algunas muestras de una segura, y no por eso menos saludable, elección.
Amplia y variada la elección, sí, y bella. Por allí un tango, por aquí una guarania, y otra vez allí una zamba y una chamarrita. La convivencia de un ancho mundo, que en tiempos tan extraños como difíciles, es de las más preciadas utopías.
Se los nota sueltos y cómodos a Villarreal y Fernández, a Juan y Marco Antonio, sin para nada dejarse estar o abandonar en ese mutuo conocer y saber. Sus trayectorias en la Orquesta El Arranque son un buen preámbulo, hablando de indagaciones y búsquedas.
Ponen en valor, entretanto, aquí y ahora, a la misma canción, a su palabra, a la poesía que cuenta y canta, a la cadencia que la rodea, que la hace llegar mejor en lo sencillo y complejo del acto creativo. Hay casi un trabajo minimalista en esta historia, donde cada segundo, con su silencio, letra y melodía, se dan el espacio merecido y justo. Parece decirse lo que hay que decir y listo. Y sino es así, se quedarán unos y otros con la dignidad de lo que no, de lo posible. Puede, podría inferirse que algunas de estas cuestiones son las búsquedas de todo artista, pero de ahí a lograrlo se ensancha un campo tan grande como el mismo cielo que lo mira y refleja.
Tango y criollismo, como bien dicen los que lo producen e invitan a encontrarlo, propone disfrutar, descubrir y redescubrir una historia en la voz de artistas de estos tiempos. El disco persigue una pequeña verdad, un detalle, un gesto poético que conmueva, agregan. Y con la misma sencillez de algún principio puede afirmarse, certeramente, que lo logran con creces.
El disco salió de una, sin sobregrabaciones, y así de una se escucha. Producido por “Los años luz” y “TangoVia”, y dentro de una colección dirigida por Ignacio Varchausky, los miércoles 19 y 26 de marzo, a las 21 hs., se presentará en el Café Vinilo -Gorriti 3789-. Habrá que prepararse entonces para ver, escuchar y dejar ser. Y en ese placer del “en vivo”, con una copa de vino en una mano, y la misma noche en la otra, hoy y en una semana ya hay plan, y de los más que buenos.