Por Mariano Pacheco. Los resultados de las PASO dejaron un escenario electoral en Córdoba con tendencias claras. Análisis, en esta primera entrega, de cómo se profundizan las variantes de derecha en la provincia mediterranea.
El martes 27 de agosto comenzó (formalmente), la campaña electoral de cara a las legislativas del 27 de octubre. En Córdoba, salvo dos de los once partidos y alianzas electorales que se presentaron en las PASO, competirán en las próximas elecciones nacionales de medio término.
Con excepción del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (que hizo una muy buena elección obteniendo el sexto lugar), ningún candidato ha planteado ninguna propuesta ni eje programático de campaña respecto a cuál sería su rol, qué propuestas llevarían al Congreso Nacional. Más allá de que Compromiso Federal, el partido de los Rodríguez Saa que en Córdoba llevó como primer pre candidato a Diputado Nacional al ex Ministro de Economía “menemista-aliancista”, Domingo Felipe Cavallo, no logró superar el 1,5% de los votos necesarios para continuar en carrera, la ratificación de un voto conservador, de derecha, se ha vuelto a hacer presente en la provincia.
Córdoba renueva en octubre 9 de las 17 bancas de diputados que le corresponde: la Unión Cívica Radical, al igual que el Frente Cívico liderado por Luis Juez, ponen en juego tres bancas; el peronismo conservador dirigido por el gobernador José Manuel De la Sota, dos lugares y el Frente para la Victoria, uno. Siguiendo la tendencia de agosto, en octubre el frentismo progresista (Frente Cívico+Partido Socialista+MST+Libres del Sur+Unidad Popular) perdería los tres lugares.
De todos modos, esa no ha sido la gran sorpresa de las PASO, sino que el pre candidato de Unión PRO (el armado provincial de Mauricio Macri con la UCEDÉ), el ex árbitro internacional de fútbol Héctor Baldassi, haya obtenido el tercer lugar. Su consigna de “meter un cambio” y su campaña sostenida en la anécdota de su apodo (“La CONEJA”, por el dibujo que tenía bordado en su bolsita del jardín cuando era niño), bastan para dar cuenta de su perfil. El kirchnerismo, que ha crecido bastante en los dos últimos años, no le bastó con promocionar la figura de Carolina Scotto (ex rectora de la Universidad Nacional de Córdoba por dos mandatos consecutivos, primera mujer en ocupar ese lugar en sus 400 años de historia), para arañar al menos ese tercer lugar ocupado por el macrismo.
Verá el FpV si puede revertir esa tendencia en los próximos dos meses, pero Córdoba parece seguir siendo –como Santa Fe y Ciudad Autónoma de Buenos Aires- un lugar reacio al “proyecto nacional y popular”. A tal punto que la misma ex mujer del De la Sota, Olga Riurtort, que se presentó por fuera del “aparato”, con un discurso neutro respecto del gobierno nacional, y más ligado a los postulados del peronismo clásico, obtuvo un inesperado quinto lugar.
Bipartidismo y proyección nacional
Sin lugar a dudas, quienes obtuvieron los dos primeros lugares en las PASO ponen en juego en octubre “mucho más” que la renovación de sus bancas en el Congreso de la Nación. Estas elecciones de medio término serán un termómetro para medir los “presidenciables” para el 2015.
En ese sentido, el primer lugar obtenido por el justicialismo provincial (Unión por Córdoba), cuyo primer pre candidato fue el ex gobernador Juan Schiaretti, y el segundo del radicalismo (encabezado por Oscar Aguad, en representación del ala más gorila de las tres listas presentadas por los “correligionarios”), no hacen más que exacerbar la tendencia del radicalismo y el peronismo más conservador por presentarse como posibles “sucesores” de Cristina Fernández de Kirchner. De allí que más allá del “pacto” a través del cual gobiernan la provincia (el justicialismo) y la ciudad capital (el radicalismo), ambas fuerzas vienen pujando por posicionarse a nivel nacional: el peronismo conservador, luego del cuarto puesto obtenido por Francisco De Narváez en Buenos Aires y el importante triunfo de Sergio Massa, deberá ver como rearmarse, pero la figura del gobernador de Córdoba José Manuel De la Sota, está claro, seguirá pujando por instalarse como aglutinador del “peronismo federal”.
El radicalismo, más desdibujado en “figuras” (aunque tengan a Cobos y al hijo de Alfonsín) se debate en cómo integrar sus alianzas con sectores de centroizquierda (UNEN salió primero en Capital Federal y tercero en Provincia de Buenos Aires y su “socio” Hermes Binner obtuvo un arrollador triunfo en Santa Fe), claramente “no peronistas”. En Córdoba está más cerca del justicialismo que del frentismo progresista, como ya se ha dicho, y presentándose solos a elecciones no les va nada mal. Seguramente esa será una de sus fichas para jugar en la interna (radical y con sus posibles aliados a nivel nacional).
Esta pulsión de los principales candidatos por no hablar de “propuestas legislativas”, y centrar en cambio su discurso “contra el gobierno nacional”, quedó planteada a las claras el mismo domingo 11 de agosto, cuando Oscar Aguad se apresuró en aclarar que el “partido centenario” era la única “oposición no peronista” al kirchnerismo, y Juan Schiaretti subrayó la importancia de que su principal contrincante en las internas justicialista (el Intendente de San Francisco Martín Llaryora), integraría el cuarto puesto en la lista “oficial”. Una muestra más de “tolerancia”, remarcó, contrariamente al “látigo” que el gobierno nacional aplica contra “todos los que piensan distinto”.
Cuando se cumplen 40 años de la asunción a la gobernación de Córdoba de Ricardo Obregón Cano y Atilio López, poco o nada parece haber quedado del espíritu transformador del Camporismo, del legado del Cordobazo o del sindicalismo clasista expresado en la figura de Agustín Tosco y la experiencia del SITRAC-SITRAM. Parece que más allá de las luchas sindicales, ambientales y sociales que se suceden con frecuencia, las huellas del navarrazo y el “ala dura” de la última dictadura (Lucio Benjamin Menéndez), permanecen con una fuerza inusitada, al menos, a la hora de depositar los votos en las urnas.