Por Francisco Longa y Edgar Juncker. La campaña 2015 presenta una amplia paleta de ‘colores’ políticos. Las críticas cruzadas y las negociaciones en las sombras parecen ser la clave común. Mientras Scioli levanta el tono, Massa hace cuentas y Macri sigue su coqueteo con UNEN; el kirchnerismo junta fuerzas con perfil bajo y la izquierda intenta marcar agenda.
Las últimas encuestas de cara a la presidenciales 2015 muestran algunas diferencias entre sí, pero mantienen una tendencia general con Scioli, Massa y Macri a la cabeza, en ese orden. Lo cierto es que todos los candidatos han estancado un poco sus números y las negociaciones por ampliar el espectro de votos son intensas. Scioli encabeza con 23%, sin variación en la intención, seguido por Massa un punto abajo, pero con tendencia a la baja. De cerca los sigue Macri, que elevó sus números a 20%, creciendo lento pero firme, buscando romper el techo que su magro armado nacional le impone. El resto de los candidatos los siguen desde atrás, pero no se rehusan a alianzas que los puedan catapultar.
El Peronismo: entre la Ola Naranja, y la Massa roja
Ya instalada y con fuerte presencia pública, la Ola naranja (con las pintadas Scioli 2015, o la simple leyenda de “Presidente”, con el fondo naranja), parecieran dejar atrás las medias tintas que venían caracterizando al ex-motonauta. A pesar de que varias encuestadoras, incluyendo algunas no cercanas al gobierno como Poliarquía, lo ubican primero aún por sobre Massa, el fantasma del crecimiento de Macri y de su posible unión con sectores del radicalismo, se perciben como una amenaza concreta a las aspiraciones dentro del equipo del bonaerense. En concreto, en la reunión del jueves pasado con gobernadores aliados, como Fellner (Jujuy), Insfrán (Formosa) y Gioja (San Juan) y otros “por aliar”, como De la Sota (Córdoba) se habló sobre este tema. Allí Scioli recibió el consejo: “o unimos al PJ o gana Macri”; y ese consejo implicaba una mirada amplia del PJ, con Massa incluido, lo que explicaría la presencia de De la Sota en el cónclave. En el congreso del PJ bonaerense, que se realizó el fin de semana, el gobernador volvió a referirse a sí mismo como la única figura capaz de asumir un rol de la envergadura de la conducción nacional, criticando a sus adversarios principales, aunque sin mencionarlos: “El tiempo que se viene no es para dirigentes sin experiencia o que no generan previsibilidad”, dijo respecto de los “dos alcaldes” que buscan competir con él.
En la misma línea se expresó el otro orador del encuentro, el intendente de La Matanza Fernando Espinosa, con aspiraciones a la gobernación de Buenos Aires. Allí expresó que “los que se dicen peronistas que vengan acá, si tienen una diferencia, vamos a la interna y que decida el pueblo a quién quiere como candidato a presidente o como candidato a gobernador bonaerense”, en clara referencia a Insaurralde y su eterno jugueteo con el paso al Frente Renovador.
Espinosa ya había estado semanas atrás en el lanzamiento que el Movimiento Evita hizo de Taiana 2015; seguramente el matancero está siguiendo de cerca los datos que arrojó la encuestadora Aresco, quien publicó una encuesta que ubica a Sergio Berni como principal candidato en intención de voto en la Provincia, con un 26%, superando incluso a Insaurralde. El dato, de color por ahora, no resulta tan sorprendente teniendo en cuenta que sus dichos xenófobos sobre la deportación de inmigrantes que cometan delitos, recibió un apoyo cercano al 80% según algunas encuestas.
Por el lado del massismo, el tigrense recogió el guante que dejó caer Scioli el jueves y en una visita a un establecimiento ganadero junto con Lavagna desestimó esa posibilidad restándole importancia al PJ: “el sello del PJ a mi no me dice nada”, manifestó, agregando que “de ninguna manera me presentaría con el justicialismo en forma conjunta para las PASO”. Lo cierto es que la visita de De la Sota al mencionado conclave sciolista, en el cuál se hablo de la posibilidad de unión del peronismo, difícilmente haya ocurrido sin la venia del tigrense. Probablemente esa hipótesis de unidad sea la que sigue retrasando a Insaurralde para dar el salto al massismo, a pesar que algunos, como el intendente de San Isidro Gustavo Posse, afirmen que “Insaurralde ya está en el Frente Renovador”.
¿Un kirchnerismo desteñido?
En cuanto al kirchnerismo, ninguno de sus candidatos de peso asistió al conclave de Scioli; se dedicaron a marcar presencia en actos de gobierno. A la ya instalada precandidatura de Florencio Randazzo, Julián Domínguez y Urribarri, se van sumando nombres, como Agustín Rossi. El ministro de defensa lanzó su candidatura acompañado por algunas figuras del kirchnerismo, como Carlos Kunkel y Ricardo Forster, con un discurso cargado de reivindicaciones a la gestión oficial. Por otra parte, uno de los candidatos que busca ocupar el espacio del “kirchnerismo militante” es el ya mencionado Jorge Taiana, aunque la lectura más elemental indicaría que es una jugada para posicionarlo, pero luego negociar con más “espalda política” cargos en la lista del propio Scioli. En tal caso, Taiana se reubicaría en la disputa por la ciudad de Buenos Aires, y el “Chino” Navarro, otro de los candidateables que tiene el Movimiento Evita, podría acompañar alguna formular para gobernador.
La militancia de La Cámpora, a diferencia del juego propio que muestra el Evita, sigue encuadrada detrás del silencio que marca Cristina, esperando ordenes para lanzar la candidatura elegida por la Casa Rosada. Los rumores acerca de que la agrupación que conduce el “cuervo” Larroque vería con buenos ojos una candidatura de Berni a la provincia, podrían sustentarse en el respaldo que algunos de sus principales dirigentes (el mismo Larroque y la Ministra de Seguridad Cecilia Rodríguez) le brindaron al secretario de seguridad en el caso del gendarme “carancho” que salió a la luz en estos días.
El PRO y el UNEN, la derecha multicolor
Luego del golpe que dio en Marcos Juárez, Córdoba, Macri se muestra exultante. Ciudad que cuantitativamente no es muy relevante (tiene apenas 10 mil habitantes), pero que significa un triunfo de carácter federal, es la primera puesta a prueba de la alianza entre el PRO y la UCR, que podría servir de referencia para presionar, a partir de un resultado contundente, a los sectores del UNEN que se muestran reacios a incorporar al PRO. Mientras tanto, el Jefe de Gobierno de Buenos Aires, se paseó por los medios prometiendo eliminar las retenciones al agro y el impuesto a las ganancias, destilando demagogia al por mayor, lo cuál despertó críticas desde el oficialismo.
Pero sucede que lo ocurrido en Marcos Juárez ya trajo sus coletazos dentro de UNEN, ya que Juez anunció que deja el bloque por diferencias con Ramón Mestre, conductor de la UCR de Córdoba, y se une con Macri, aludiendo que “en el PRO hay gente honesta y con valores”. Una baja para UNEN, o una presión más para unirse con el PRO. No obstante en el mismo día, en una declaración radial Juez afirmó “si la opción es Massa o Macri yo lo voto a Massa”, lo cual ejemplifica a las claras las contradicciones internas de los integrantes de este rejunte. Así como mencionamos la de Juez, podemos agregar la de Sanz, quién resaltó el triunfo en Córdoba pero le restó importancia por su tamaño; justamente él, que supo ser uno de los principales operadores internos a favor de la alianza, paradójicamente tomó cierta distancia diciendo que una fórmula Macri-Sanz es imposible, y que “todos los opositores juntos, en una boleta, es una mezcla rara, como de amontonamiento”. En síntesis, ambos bandos necesitan el voto del otro para aspirar a un triunfo en 2015, pero saben que la unión probablemente traiga aparejado la implosión de UNEN.
La izquierda y su agenda roja
Los representantes del Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT), a diferencia de los armados antes revisados, parecen haber encontrado en la conflictividad sindical una oportunidad para acercar sus propuestas a los sectores trabajadores. Así, están dedicando su labor parlamentaria y su militancia a respaldar los conflictos por despidos y suspensiones más resonantes de las últimas semanas, como los de Lear, Donneley, Emfer-Tatsa y Gestamp.
Esto no significa que las fuerzas del FIT no ostenten diferencias entre sí, como hemos visto en los otros bloques. Un breve repaso por los debates en los editoriales de sus respectivos órganos de prensa, evidencia las acusaciones cruzadas que hilvanan la frágil alianzas trotskista; la forma en la cual continuar acompañando los conflictos sindicales, por ejemplo es una de las que está generando mayores tensiones entre dos de los partidos más importantes del Frente, el PO y el PTS. Aún así, priorizar una agenda a partir del conflicto social sigue siendo la matriz común de estas fuerzas, tanto así que las imágenes del diputado Nicolás del Caño o Néstor Pitrola gaseado por la gendarmería en los desalojos a los piquetes el Lear ya son moneda corriente.
El repaso por la actualidad electoral de las principales fuerzas políticas del país nos muestra que las alianzas políticas ‘desde arriba’ continúan manteniendo un componente “primitivo y gelatinoso”, al decir de un importante teórico italiano del siglo XX. Lo cierto es que, aunque pareciera ser claro el escenario de disputa entre tres nombres (Scioli, Massa y Macri), 11 meses es demasiado tiempo en esta política de la conveniencia como para aseverar pronósticos; un escenario tan gelatinoso puede terminar combinando algunos colores y desluciendo otros.