Por Ulises Bosia. La izquierda también se prepara hacia las elecciones legislativas en sus principales espacios. Al interior de Proyecto Sur, en el Frente de Izquierda y los Trabajadores y, como novedad, en el ámbito de la izquierda independiente.
Continuamos en esta nota el análisis de cómo los distintos sectores políticos se aproximan a un año 2013 signado por las elecciones legislativas. Habiendo analizado el caso de Binner y el Frente Amplio Progresista (FAP) y la perspectiva política de Daniel Scioli, en este caso ponemos el foco en los tres espacios mayoritarios de la izquierda. Ante un panorama político marcado por una oposición al kirchnerismo reunida alrededor de dos grandes polos, uno identificado con la centroderecha y el otro con la centroizquierda, el conjunto de fuerzas de la izquierda busca distintas alternativas para visibilizarse y lograr acceder a espacios institucionales.
Aprovechar a Proyecto Sur
Aún habiendo llegado a Proyecto Sur después de sus mejores resultados electorales, el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST) y el Partido Comunista Revolucionario (PCR) esperan que el espacio liderado por Pino Solanas les permita alcanzar cargos institucionales, tal como logró hacerlo el MST en las últimas elecciones legislativas porteñas.
Sin embargo esta estrategia deberá ser llevada adelante en el contexto de una negociación más amplia que en este momento está encarando Proyecto Sur con el FAP. Por esa razón Solanas lanzó su candidatura a senador por la Ciudad de Buenos Aires el 30 de noviembre pasado con la intención de lograr un acuerdo con el FAP que les permita disputar el cargo con el macrismo y el kirchnerismo. Por otro lado distintos sectores anunciaron su interés en que este acuerdo incluya también a la Unión Cívica Radical y a la Coalición Cívica, algo que generó roces y declaraciones cruzadas al interior del FAP. Por esa razón es un interrogante si el MST y el PCR aceptarían ese acuerdo probable a cambio de la posibilidad de acceder a mejores resultados electorales. Sí se puede afirmar que desde el interior de la Central de Trabajadores de Argentina (CTA) opositora, conducida por Pablo Micheli, ambos agrupamientos impulsan acuerdos con la Federación Agraria Argentina, la Federación Universitaria Argentina y otras entidades vinculadas o dirigidas por el radicalismo.
Podría decirse que frente al panorama político descrito arriba, este sector de la izquierda busca pegarse al polo de centroizquierda de la oposición realmente existente.
Salir de la marginalidad política
El Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT), por su parte, desde las últimas elecciones logró convertirse en la principal referencia de la izquierda argentina. Logró ganar un diputado provincial en Salta, en Córdoba y en Neuquén. Pero si bien pasó el porcentaje mínimo para presentar candidaturas presidenciales, no logró ingresar al Congreso Nacional y, a pesar de su obstinada presencia en el conflicto social y de su numerosa militancia, no logra hasta el momento ser vista como una opción electoral atractiva por un sector significativo del pueblo trabajador.
El hecho de que el FIT haya sobrevivido a las elecciones es un elemento positivo que no podía darse por descontado un año atrás, considerando la cultura política que caracteriza a las fuerzas que lo componen. De hecho, tanto el Partido Obrero (PO) que es la fuerza mayoritaria, como el Partido de Trabajadores por el Socialismo (PTS) e Izquierda Socialista (IS), no dejan pasar la oportunidad de polemizar duramente entre sí. Lejos de lograr posiciones comunes como FIT, son permanentes las acusaciones y divergencias que muestran. La movilización convocada por la CTA y la CGT opositoras para el próximo 19 de diciembre es sólo el último de los casos. El PTS e IS la apoyan y convocan a participar, pero el PO rechaza la convocatoria y llama a movilizarse el 20.
En este caso el objetivo del FIT es lograr cambiar el esquema en que está organizada la oposición al kirchnerismo, rompiendo con la hegemonía de los polos de centroizquierda y de centroderecha, y dando lugar a una tercera oposición de izquierda. Pero eso los pone ante el dilema de ampliar su discurso y sus alianzas políticas, un terreno tradicionalmente adverso para estas fuerzas políticas.
Dar el salto al terreno electoral
La izquierda independiente reúne a un conjunto de organizaciones con un fuerte compromiso de construcción en el terreno político-social: en el movimiento estudiantil, barrial, sindical, de mujeres y de géneros, de justicia ambiental, en centros culturales, en los medios de comunicación comunitarios y populares o en los bachilleratos populares, entre otros espacios. Se trata de miles de militantes, mayoritariamente juveniles, que encarnan nuevas prácticas políticas y promueven propuestas diferentes a las de la izquierda tradicional. Pero hasta este momento, la proyección política de este espacio que proviene de la experiencia del 2001, se mantuvo alejada del desafío electoral e institucional.
Sin embargo distintas señales empiezan a mostrar que están madurando nuevas posibilidades en algunas organizaciones de este sector. La más reciente de ellas fue el lanzamiento de Marea Popular, este sábado, cuando alrededor de 2.500 personas se reunieron en el microestadio de Atlanta de la Ciudad de Buenos Aires para celebrar el surgimiento de la nueva organización. “Es hora que las organizaciones populares construyamos un espacio político sin depender de viejas estructuras”, aseguró Itai Hagman desde el escenario sintetizando el proyecto que esta organización busca impulsar.
En el caso de la izquierda independiente, no se trata de adaptarse a la estructura existente de la oposición ni tampoco de insistir con el discurso de la izquierda “dura” sino de intentar dar vida a un nuevo espacio en el mapa político que ya existe en distintos terrenos de la militancia político-social.