Por Matías L. Marra, desde Mar del Plata. El sábado pasado comenzó el 27º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata con una programación muy extensa y películas de todo el mundo.
El festival de Mar del Plata se viene haciendo desde 1996 anualmente. Sin embargo, parece tener todavía problemas de identidad: en 2008 hubo un cambio de director y desde entonces todos los festivales han sido distintos. Lo que es notable de esta edición es que se haya concretado como un festival en sí mismo, y no como un “festival de festivales”, así como una presencia latinoamericana más marcada. La programación, que cuenta con filmes de gran calidad, tiene también películas muy flojas que hacen cuestionar los sistemas de selección y el criterio de los programadores.
La competencia internacional comenzó el domingo con la proyección del filme El muerto y ser feliz del director madrileño Javier Rebollo. Rodada a lo largo de gran parte de la Argentina, cuenta la historia de un hombre que emprende un viaje por el país durante los últimos días de su vida. Es candidata a ser la ganadora del premio mayor del festival, el Astor de Oro.
En la competencia latinoamericana, en tanto, se presentó la última película del mexicano Carlos Reygadas, Post Tenebras Lux, que viene de ganar el premio a Mejor Director en Cannes. 7 cajas de los paraguayos Juan Carlos Maneglia y Tana Schembori se presenta, de todos modos, como la gran aspirante a ganar el premio. Según anuncia el catálogo, en el paso por los cines en Paraguay fue más vista que Titanic, la película con el récord de taquillas vendidas en la historia del cine.
En la competencia argentina se ha destacado la ópera prima de Ivan Vescovo, Errata, que luego de una proyección cancelada por problemas técnicos, pudo ser proyectada. Es una película de género que problematiza al espectador con una narrativa compleja, sobre unas personas obsesionadas con una errata en un texto de Borges, y un chico buscando a su chica. El film tiene una calidad fotográfica impecable, con un blanco y negro rodado en super 16mm (fílmico) que, a pesar de la digitalización por los problemas técnicos, sigue siendo notorio.
En las secciones paralelas se ha podido acceder a lo mejor de la programación del festival. En la sección Autores se encuentran los films más recientes de directores ya consagrados. Uno de los que más expectativa generó en realidad es un corto, List, de Hong Sang-Soo, uno de los mejores directores actuales. A los filmes de Hong Sang-Soo lamentablemente sólo hemos podido acceder hasta ahora mediante festivales, por eso su presencia siempre termina en funciones agotadas.
El otro film notable de esta sección es Insurgentes, de Jorge Sanjinés. El director boliviano volvió a rodar luego de varios años, creando una película que intenta comprender el proceso de Evo Morales. Se trata de un documental, pero cuenta con ficcionalizaciones de los distintos revolucionarios ultrajados por la derecha boliviana a lo largo de la historia. Fue una función muy emocionante, y como toda obra de arte termina en el espectador, la audiencia terminó aplaudiendo a una descendiente de nativos que había en la sala agradecida de que Sanjinés había hecho tal película.
En la sección “Filmoteca en Vivo”, pudimos ver la película soviética El hombre anfibio en formato fílmico. Rodada en Buenos Aires, es muy interesante ver la construcción que hicieron estos soviéticos de la ciudad y sus habitantes, que los retrataron como una especie de mexicanos\españoles\gauchos, que viven en una ciudad portuaria algo tropical, cuyo centro tiene luces de neón de, incluso, una marca de yerba.
El hombre anfibio es una “película de ciencia ficción marxista”, como dijo Fabio Manes, uno de los programadores de Filmoteca, algo que el marxismo tradicionalmente negó en pos del realismo. La idea del film es que los hombres deberían vivir bajo el agua, el espacio en el que el dinero no existe, y donde todos son iguales sin distinciones de clase.
La sección más vanguardista del festival es la muy bien llamada “España alterada”. Es un conjunto de películas que, hecho en la marginalidad de la cultura española, se comprometen con la situación actual de crisis de su país a partir de un lenguaje de no-ficción. Si bien es difícil ver películas que tienen una estructura de relato poco habitual, experimental incluso, logran indagar en temas muy profundos. La más notable de esta sección, y probablemente la mejor película en lo que va del festival, es Pepe el andaluz, de Alejandro Alvarado y Concha Barquera. Es un documental que gira alrededor de la historia de Pepe, un español que dejó a su familia en su país e hizo una nueva en Argentina. Una historia muy repetida aquí, que los directores, siendo Alvarado el nieto de Pepe, cuentan desde adentro de la propia familia. El protagonista, cabe aclarar, no es Pepe sino la mujer que dejó en España, la abuela de Alvarado, que había mantenido oculta la historia durante mucho tiempo por vergüenza.
Los puntos más bajos del festival merecen una mención aparte. En la competencia argentina, una de las películas que más expectativa generó fue el debut como director de Martín Piroyanski, Abril en Nueva York. La película resultó en un film plagado de lugares comunes, donde no hay un diálogo que no sea una frase hecha. El film tiene, además, errores técnicos de todo tipo, “estética” de la que Piroyanski dice hacerse cargo. Pero el film habla por sí mismo y quedan velados todos los problemas que siendo técnicos (arte, fotografía, sonido, entre otros) obviamente derivan en la no complejización del relato.
Para el final del festival se esperan ver aún los últimos documentales de Andrés di Tella y de Raúl Ruiz, este último póstumo, y las últimas películas de Todd Solondz y Fernando Birri, así como la Competencia argentina de Cortos, que empieza este viernes. Más allá de las críticas a qué películas de calidad muy inferior hayan incluso formado parte de las competencias, el festival tiene una dinámica muy distinta a otros festivales y eso lo hace particular.
El recorrido del festival se va haciendo más en el día a día que con semanas de anticipación, como sucede con el BAFICI. Eso da la posibilidad del descubrimiento de películas, y de acercarse a una experiencia distinta, más en tiempo presente.