Por Dolores Liaudat, Julia Varela y Gonzalo Armua. En una entrevista exclusiva para Marcha, Fernando Lugo recorre las causas del golpe, las autocriticas a su gestión, las perspectivas para Paraguay y la integración latinoamericana.
En el marco de la resistencia del pueblo praguayo al golpe parlamentario, Fernando Lugo analiza tanto las posibles causas que llevaron al golpe, como el rol de la embajada norteamericana y de los movimientos sociales y políticos del país.
– ¿Cuáles son las causas que llevaron a que se haga este golpe parlamentario en Paraguay?
Hay una acumulación de análisis en las causas por las cuales hubo un golpe. Inclusive podemos hablar de una causa remota. Yo estoy convencido que la polémica que se desató de la misma candidatura está dentro de las causas remotas. Nadie se podía dar la idea que un ex cura de la teología de la liberación podía ser candidato. Se sostuvo la dificultad de la candidatura y después, asumir. Hubo muchas voces de los partidos tradicionales, de la oligarquía Paraguaya, que no me daban mucho tiempo de vida en el gobierno.
Creo que esa causa remota tiene que ver con la procedencia de la candidatura. Nosotros hemos roto la presidencia de un partido hegemónico que tenía más de 62 años. Y por otro lado, yo no vengo de la militancia política, de la experiencia política. Como suelo decir, yo soy un sapo de otro agujero, en el quehacer político de los partidos tradicionales sobre todo.
Y como decía ayer, la embajada americana en el 2009, a meses de asumir, ya constataba la información de que estaba en ciernes un juicio político a Fernando Lugo.
La diferencia también en la práctica política nuestra, sobre todo poner el sello de unas políticas sociales diferenciadas. En la práctica política paraguaya, los partidos políticos tradicionales, tiene dos grandes ejes: el clientelismo y el prebendalismo. Nosotros de alguna manera hemos roto también eso. Y el último acto de romper el clientelismo de los partidos tradicionales, fue la negativa, desde la presidencia, a dar 50 millones de dólares para la justicia electoral, donde trabajaban 12 mil operarios políticos que cobraban sin trabajar. Y yo creo que ahí eso llenó el vaso.
Por eso digo que creo que hay una causa remota que venía de tiempo, y creo que de alguna manera crearon un evento más que fue la matanza de campesinos y policías en Curuguaty, como el elemento desencadenante del juicio político.
Es decir, por un lado la práctica política, por otro lado la procedencia, por otro lado la diferencia de nuestras políticas sociales. Todo unido eso a que no se podía dar mucho espacio a la izquierda paraguaya, a los movimientos sociales, a una práctica política diferenciada que viene a ocupar un tercer espacio dentro de los partidos políticos tradicionales.
– ¿Qué relación tiene la embajada norteamericana con todo esto?
Yo suelo decir que en Estados Unidos no hay golpes de estado porque no hay embajada americana. Estados unidos todavía no reconoce a este gobierno. Yo no tengo elementos para decir que esto fue impulsado, motivado, por la embajada americana como en otras partes del continente históricamente ha sucedido.
Los partidos políticos tradicionales, algunos intereses económicos muy grandes, muy burdos como multinacionales como Río Tinto, Monsanto, la implementación de semillas transgénicas en Paraguay, la negación al impuesto de la soja, la patria sojera, son elementos políticos muy fuertes que creo que han tenido también su implicancia en este golpe de estado.
– ¿Cuáles son las autocriticas que hace de su gobierno?
La primera autocritica es que no teníamos muchos espacios en el congreso. La gobernabilidad se nos hizo cuesta arriba desde el primer día de gobierno. Muchos de los proyectos que teníamos, como la reforma agraria, fueron truncados. Desde el congreso le han puesto candado a ciertas expropiaciones, para tener proyectos de desarrollo rural sustentable, con los campesinos sin tierra sobre todo.
La constitución del 92, después de la larga noche de la dictadura paraguaya de más de 35 años, hizo que la construcción del gobierno fuera parlamentarista. No parlamentarista al estilo europeo. Es presidencialista pero con un fuerte poder dentro del parlamento, y nos seguían acogotando. Por ejemplo, nos dieron un presupuesto con un déficit de 80 millones de dólares ¿De donde podíamos sacarlo? Simplemente nos estaban diciendo que no cumplamos con los compromisos que teníamos, porque no había fondos para cubrir ese presupuesto que venía del parlamento.
Yo creo que aparte de la falta de presencia e iniciativa en el parlamento, quizás nos fato el nexo entre el poder ejecutivo y el parlamento, que es el vicepresidente, y creo que esa es una de nuestras grandes falencias. No ha conseguido ninguna de nuestras leyes, no ha peleado por los proyecto del poder ejecutivo. Es más, se ha embarcado en esa empresa golpista como ya es de público conocimiento.
– ¿Qué rol cumplieron los movimientos campesinos y sociales en el apoyo a su gestión y posteriormente en la resistencia al golpe?
Yo creo que se ha dado una gran madurez en los movimientos campesinos y en los movimientos sociales también. Creo que las conclusiones del foro social reflejan eso, que tienen una visión mucho más profunda y hacia el horizonte que incluso algunos líderes políticos. Por eso creemos que los movimientos sociales y campesinos tuvieron una gran madurez en aceptar los tiempos procesuales del gobierno nuestro, pero sin dejar de ser críticos. Yo creo que ha sido una mutua lección aprendida, desde los movimientos y también desde el gobierno en este diálogo constante, que a veces se caldeaba, como tiene que ser cuando hay divergencias, pero siempre de una gran comprensión y madurez hacia el proceso.