Hace 10 años, un grupo de periodistas, intelectuales y militantes sociales se planeaban un desafío: hacer periodismo militante y popular en un país donde seis familias controlan los medios de comunicación. Así nació Brasil de Fato.
Hace poco más de 10 años, un grupo de intelectuales, referentes políticos y periodistas empezaban a dar forma a una de las principales demandas de la izquierda: un medio de comunicación gráfico que tuviera como objetivo interpelar al conjunto de la sociedad, produciendo contra información, mostrando lo que los grandes medios ocultan y revelando otros puntos de vista acerca de acontecimientos de la coyuntura brasileña e internacional. Así fue concebido el semanario Brasil de Fato (BF) que este mes cumple su 10º aniversario.
En entrevista con Marcha, el editor Nilton Viana -integrante del proyecto desde el principio – comenta las principales dificultades de mantener un medio de comunicación alternativo en un país donde, según estudios del Instituto de Estudios e Investigaciones en Comunicación, seis familias controlan los diarios y emisoras de TV y radio.
-¿Cómo surgió la idea de crear el semanario? ¿En qué contexto surge y para cumplir qué demandas?
-Surge fundamentalmente de la necesidad de la izquierda brasileña, en especial de los movimientos sociales, de poseer un medio de comunicación para dialogar con la sociedad. Era un antiguo sueño y una antigua necesidad de la izquierda y de los movimientos tener un medio de expresión nacional, de largo alcance, para divulgar los hechos de acuerdo con una mirada democrática y popular. Surgimos en un contexto de crecientes ataques a los movimientos sociales, durante la década del 90, con el neoliberalismo. Ese modelo fue respaldado por los medios empresariales de comunicación que impusieron un cerco mediático, difamando, omitiendo, descontextualizando y criminalizando las luchas sociales. Eso como parte del modelo neoliberal de Fernando Henrique Cardoso [del Partido de la Social Democracia Brasileña, PSDB] que profundizó el desmonte del Estado, atacó los derechos de los trabajadores, devaluó los sueldos y criminalizó las luchas sociales.
-¿Cuáles serían los ejemplos de esa criminalización?
-En 1995, los trabajadores de la Petrobras hicieron una huelga de 32 días, la más larga de la historia de ese sector. Fue la acción más grande de resistencia a las políticas neoliberales que frenó el proceso de privatización de la Petrobras e impidió que Fernando Henrique Cardoso pudiera profundizar más aun el neoliberalismo, como pasó en Argentina. Durante la huelga, los petroleros resistieron a las manipulaciones y represiones del gobierno y a la campaña descarada de los medios para poner a la población en contra de ellos. Centenares de trabajadores fueron castigados, echados arbitrariamente, y enfrentaron al Ejército que, al mando de FHC ocupó con tanques y ametralladoras instalaciones de la Petrobras. La Federación Única de los Petroleros (FUP) y sus sindicatos sufrieron multas millonarias, ya que la Justicia condenó a la huelga.
-¿Cuál es la participación del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra en la creación de BF?
-En el campo el neoliberalismo también generó daños. En agosto de 1995, familias campesinas fueron atacadas en Corumbiara, municipio de la provincia de Rondônia [norte] por la Policía Militar y guardias privados. Varios hombres fueron ejecutados, mujeres usadas como escudos humanos, muchos fueron torturados y el campamento incendiado y destruido. El resultado fueron 16 muertos, entre ellos una nena de 7 años.
Otro acontecimiento de esa época fue la Masacre de Eldorado dos Carajás. El 17 de abril de 1996, policías militares, al mando del gobernador Almir Gabriel -también del PSDB- asesinaron brutalmente a 19 trabajadores rurales. Centenares quedaron heridos, 69 de ellos discapacitados de por vida. El hecho tuvo mucha repercusión internacional y dejó su marca en la historia reciente del país al lado de las masacres del Carandiru (1992) y de la Candelaria (1993). Esos son algunos de los elementos que anteceden a la creación de Brasil de Fato y que, en mi opinión, reflejan la coyuntura política que vivíamos.
Efectivamente, fue a partir de 2002 que iniciamos el proyecto de construcción del periódico. El MST fue el propulsor de la idea y reunió intelectuales, artistas, estudiantes, profesionales del área de comunicación y distintos sectores de la clase trabajadora para debatir cómo debería ser esa herramienta. El lanzamiento fue durante el Foro Social Mundial en enero de 2003. Ese fue el escenario en el cual creamos BF. Entendemos que en la lucha por una sociedad más justa e igualitaria, la democratización de los medios de comunicación es fundamental. Es con esa concepción que el MST, en conjunto con otras organizaciones como las de la Vía Campesina, la Consulta Popular y pastorales sociales creó en BF, un semanario político, de circulación nacional que quiere fomentar el debate de ideas y analizar los hechos desde el punto de vista de aquellos que quieren cambiar la sociedad.
-¿Cuál es la importancia de la participación de los movimientos sociales en el proyecto?
-El semanario está intrínsecamente vinculado a los movimientos sociales y a las luchas de la clase trabajadora. No solo el MST, sino todos los pueblos que luchan. Es fundamental esa relación. Incluso, BF solo existe hasta hoy porque es financiera y políticamente mantenido por los movimientos. Quizás ese sea nuestro diferencial. Somos el único medio de la izquierda brasileña que tiene ese “privilegio” de ser mantenido por un conjunto de organizaciones. Incluso porque somos parte de un proyecto político. Nuestra línea editorial tiene como referencia al Proyecto Popular para Brasil, que viene siendo discutido por fuerzas populares como el MST, sindicatos combativos, la Consulta Popular, el Levante Popular de la Juventud, además de otros movimientos de la Vía Campesina en Brasil. No pertenecemos a ninguno de esos movimientos, pero somos el reflejo, en el campo de la comunicación, de un proyecto de país defendido por un sector de la clase trabajadora.
-¿Cómo describiría el escenario comunicacional brasileño? ¿Qué función cumple BF en ese contexto?
-Las clases dominantes, en toda Latinoamérica y en el mundo transformaron el monopolio que tienen de los medios de comunicación en una de sus principales herramientas, realizando una batalla ideológica todos los días en contra de la clase trabajadora y sus intereses. Los avances tecnológicos, el intenso proceso de concentración y monopolización del sector, asociada a una total falta de control público, hacen que los medios empresariales en Brasil sean una amenaza a la democracia. Primero porque actúa como un partido de las elites. Como decía Gramsci, ya en el siglo pasado, los medios funcionan como el Partido del Capital. Eso quiere decir que en Brasil los medios hegemónicos asumen el rol que por general son de los partidos políticos, como la construcción de la agenda pública, bajada de línea política, fiscalización de las acciones del gobierno -al cual se oponen-, crítica a las políticas públicas, etc.
Lo que buscamos es cubrir los hechos desde una mirada comprometida con la clase trabajadora. Sin embargo, estamos lejos de nuestro sueño de tener un rol incisivo en la disputa de sentidos y de hegemonía en la sociedad brasileña. Soñábamos con tirajes masivos semanales y llegar a ser un diario. Hasta ahora no lo logramos. Sentimos la lucha de clases al ser boicoteados de todas las formas, tanto en la distribución, como en la publicidad y en la difusión. Y sufrimos, sobre todo, con el reflujo de las movilizaciones populares. Buscamos también hacer ediciones especiales masivas sobre determinados temas de la coyuntura, como las elecciones, la explotación del Pre-Sal y otros. En esas ediciones -menores que una edición común- llegamos a imprimir un millón de ejemplares, lo que es algo sorprendente para cualquier medio gráfico. Pero todavía no somos un medio capaz de influenciar la opinión pública y ayudar a elevar el nivel de consciencia de la clase trabajadora para que luche por cambios estructurales tan necesarios en nuestro país.
Pero seguimos en la lucha, intentando cumplir nuestro rol de expresar la visión de la izquierda sobre la coyuntura nacional e internacional, promover el debate, expresar la solidaridad internacional entre los pueblos, permitir la pluralidad de ideas dentro de la izquierda sin vincularse a corrientes partidarias, y comprometerse con los intereses del pueblo brasileño, subsidiar, con información y reflexión, la militancia social y la gente que anhela por cambios, estimulando las luchas sociales. Por fin, promover valores humanistas y socialistas, teniendo como referencia la necesidad de un Proyecto Popular para Brasil.