Por Nicolás Zyssholtz. Sergio Martínez estuvo muy por debajo de su nivel y le ganó injustamente a Martin Murray en Vélez. A pesar de su deslucida pelea, organizó un evento multimillonario que le dejó un enorme rédito económico.
“La pelea del año”, “el evento del siglo”, fueron algunos de los epítetos que en la previa se le impusieron al combate del 27 de abril. Sergio Maravilla Martinez puso en juego el título mediano del Consejo Mundial de Boxeo frente al invicto inglés Martin Murray y en ese marco volvió a pelear en la Argentina luego de más de 10 años. El local también era singular: no se trataba del Luna Park, el templo del boxeo argentino, sino del José Amalfitani de Vélez, un estadio abierto que otorga una gran visibilidad para un partido de fútbol pero que hizo muy complejo disfrutar del boxeo.
El combate dejó mucha tela para cortar. Martínez se mostró mucho más lento físicamente, probablemente resentido de las lesiones que sufrió durante la preparación, y sufrió muchísimo ante Murray, un clásico boxeador británico, profundamente ortodoxo, fuerte y muy prolijo. Hasta llegó a caer en el octavo round, cuando un golpe no demasiado violento lo encontró mal parado y lo envío a la lona. En ningún momento logró imponer su ritmo y a la vez quitárselo al inglés, que en cualquier otro marco se hubiera llevado la pelea en las tarjetas. Pero -se sabe- en un evento boxístico de este nivel que el retador, siendo además visitante, gane por puntos es casi imposible.
La conclusión es entonces un gran signo de interrogación. Lo único seguro -lo confirmó el promotor de Maravilla, Lou Di Bella- es que no volverá a pelear hasta 2014, según se dijo para recuperarse definitivamente de las lesiones que lo vienen afectado, a las que se sumó una nueva fractura en la mano izquierda que sufrió durante el décimo asalto. Martínez no fue el gran vencedor de la noche. Debe ser consciente de que derrotó a Murray en las tarjetas pero no en el ring. Sin embargo, tiene otros motivos para dormir tranquilo y con una sonrisa.
La empresa Maravilla
Dos figuras que giran en torno al fenómeno de Sergio Martínez lograron cierta fama en la previa del evento: su agente, el uruguayo Sampson Lewkowicz, y su entrenador, Pablo Sarmiento. Ambos, sumados al mencionado promotor Di Bella, son las tres caras visibles del “clan Maravilla”, la faceta empresaria que empezó a construir el boxeador desde que adquirió fama mundial cuando noqueó a Paul Williams, a fines de 2010. Ese grupo maneja además una serie de boxeadores latinoamericanos y españoles, que se entrenan en los gimnasios propiedad del quilmeño en Oxnard (California) y en Madrid bajo las órdenes de Sarmiento y pelean en combates que les consigue Lewkowicz y que organiza Di Bella.
Esta empresa sí puede celebrar el acontecimiento de Vélez. Con la premisa de igualar las grandes veladas pugílisticas de Las Vegas, organizaron peleas importantes (incluyendo un título del mundo femenino en juego) y trajeron, entre otros, a “la voz del boxeo” Michael Buffer, hombre del canal de televisión HBO, el gran socio del clan Maravilla.
Los otros tres boxeadores que pusieron sobre el ring tuvieron suerte dispar: el español Iván Ruiz perdió por puntos en seis rounds con el dominicano Luis Pichardo, el también ibérico Kiko “La Sensación” Martínez puso KO en dos asaltos al argentino Marchiano y la campeona del mundo pluma de la FIB, la dominicana Dahiana Martínez, se llevó en las tarjetas un triunfo ante la argentina Claudia López, en lo que fue sin duda una decisión profundamente injusta. En el medio, un combate escandaloso: el ruso Magomed Abdusalamov, un temible pesado ruso, invicto con 18 peleas ganadas antes del límite, tiró tres veces en 61 segundos al tucumano Sebastián Ceballos, que se mostró muy lejos del nivel físico que requiere la alta competencia.
Maravilla, el boxeador, estuvo lejos de su nivel y cerca de ser derrotado por un rival que, sin ser ningún “paquete”, llegaba con poco cartel a Liniers. Sufrió la pelea físicamente y dejó muchas dudas sobre su futuro en el deporte, más teniendo en cuenta que la posibilidad de una gran pelea frente a Floyd Mayweather o Manny Pacquiao está totalmente descartada. Pero Maravilla, el empresario, y sus socios se posicionaron en el mundillo del pugilismo, organizaron un evento de alto nivel y pueden empezar a pensar que, aún sin la gallina de los huevos de oro, los billetes van a seguir llegando.