Por Leandro Albani. Kofi Annan abandonó su rol de mediador en Siria. Al mismo tiempo, EE.UU. confirmó su apoyo total a los grupos armados que buscan derrocar el gobierno de Damasco.
La renuncia del enviado especial de Naciones Unidas a Siria, Kofi Annan, abre un flanco peligroso para la estabilidad del gobierno del presidente Bashar Al Assad y para todo Medio Oriente. Hasta el momento, el ex secretario de la ONU había tenido una posición favorable al diálogo entre el Ejecutivo sirio y los grupos opositores armados, impulsando en todo momento una salida pacífica al conflicto interno que ya le costó la vida a miles de civiles y a cientos de militares. La postura de Annan se mostraba contraproducente para Estados Unidos, sus aliados europeos, Turquía y las monarquías del Golfo Pérsico, que han dejado de lado la diplomacia y arman y financian a los grupos irregulares sin ningún reparo.
Aunque el enviado de la ONU, desde su llegada a Siria, buscó el diálogo y acordó con el presidente Al Assad un plan de paz, sus labores chocaron con varias barreras, entre las que se encuentran las políticas impulsadas por el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon. El titular de la ONU hizo varias declaraciones a favor de una intervención militar extranjera en Siria, al mismo tiempo que Annan buscaba que se respete el alto el fuego y se aplique el plan de paz. Pese a que Ban reconoció la existencia de elementos de Al Qaeda combatiendo junto a los grupos irregulares, se mantuvo alineado a Washington, reclamando al Consejo de Seguridad que vote una resolución que permita una intervención militar parecida a la aplicada en Libia en 2011.
Las declaraciones de Annan para explicar su renuncia fueron breves pero claras: “No recibí todos los apoyos que merecía la causa. Hay divisiones en la comunidad internacional. Todo esto complicó mi tarea”. Annan dejará sus actividades como mediador el próximo 31 de agosto, luego de ser elegido para esta función el 23 de febrero de 2012.
A más de un año de iniciados los enfrentamientos y planes desestabilizadores en Siria, los gobiernos de Rusia y China han cortado todo intento de permitir una intervención extranjera directa contra Damasco. Annan venía apoyando la postura de ambas potencias, pero su soledad y los pocos resultados que obtuvo como mediador, además de la falta total y abierta de apoyo de la dirección de la ONU, lo dejan fuera de un tablero geopolítico inestable e incierto a corto plazo.
Con la renuncia de Annan se reafirma el avance de las fuerzas que buscan la salida de Al Assad. No es extraño que un día antes de la decisión tomada por el enviado especial, la Casa Blanca anunciara por primera vez, de forma abierta, su apoyo absoluto a los grupos irregulares, entre los que se encuentra el Ejército Sirio Libre (ESL), que aglutina a miembros de Al Qaeda, radicales sunnitas y mercenarios importados desde Libia y entrenados y armados por Turquía. Ahora Estados Unidos soltó las manos de la CIA y otras agencias de inteligencia para “asesorar” a los mercenarios que operan en la nación árabe. La administración de Barack Obama también creó un fondo de 25 millones de dólares para sostener a los grupos opositores, medida confirmada por el portavoz del Departamento de Estado norteamericano, Patrick Ventrell.
A la injerencia en Siria se deben sumar las violaciones efectuadas por Washington y sus socios a las leyes internacionales y al derecho que rige al mundo. Las propias normas de la ONU acatadas por todos los países miembros son violadas sistemáticamente. Quedaron atrás los tiempos donde el espionaje y la CIA tenían un mínimo de recato para actuar en las sombras, y se ha pasado a una guerra abierta contra el enemigo de turno, sin presentar pruebas concretas e ignorando las medidas tomadas, en este caso por el gobierno de Al Assad. El silencio mediático sobre este hecho (que el Ejecutivo sirio convocó a un gran diálogo nacional donde la mayoría de los sectores decidieron la reforma de la Constitución, votada posteriormente en referendo popular, por nombra sólo uno), se ha convertido en un aliado sagaz para los países que buscan destruir a Siria, nación árabe que desde hace décadas se transformó en uno de los motores de Medio Oriente para enfrentar las políticas represivas de Israel y detener el avance de Washington en la región.