El conflicto en Siria continúa y nadie se muestra dispuesto a resolverlo. En los últimos días Turquía intensificó sus ataques contra Damasco y la organización Human Rights Watch denunció el uso de bombas de racimo por parte del ejército sirio en una nueva campaña de dudosa veracidad.
Turquía
La semana pasada la situación en Siria tuvo una vuelta de tuerca. A la guerra civil interna que ya lleva más de un año y medio, con una poco solapada intervención extranjera en el apoyo a los grupos irregulares, se sumó una agresión directa de Turquía. Ante la caída de una bomba, proveniente desde Siria, en la localidad turca de Akçakale, el gobierno de Ankara respondió militarizando la frontera. Desde allí bombardea cotidianamente territorio sirio.
Durante el fin de semana el ministro de Relaciones Exteriores turco, Ahmet Davutoglu, anunció el cierre del espacio aéreo de su país a los aviones civiles sirios, alegando que Damasco utiliza sus aviones de pasajeros para el transporte de material militar. El gobierno de Siria respondió tomando la misma medida aunque Davutoglu afirmó que esa decisión “carece de importancia” para su gobierno.
Esta situación se desencadenó luego de que la semana pasada Turquía detuviera durante más de ocho horas un avión comercial sirio proveniente de Moscú. Tras el incidente, Rusia pidió explicaciones a Turquía, mientras una agencia rusa de exportación de armamento aseguró que el avión sirio interceptado por Ankara no transportaba equipo bélico alguno desde su nación. Aunque Ankara invocó el presunto carácter militar del material retenido para cerrar su espacio aéreo a Siria, hasta el momento no ha hecho público lo que confiscó del avión.
Por su parte el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, quien lidera las voces que piden una intervención más contundente contra el gobierno sirio de Bashar al Assad, arremetió contra la incapacidad de acción de la ONU. Según el primer ministro, al igual que hace 20 años cuando la ONU “observó sin actuar los asesinatos cometidos en los Balcanes”, ahora “se ha quedado sin palabras” ante la crisis siria. Asimismo, el gobierno turco pidió a la OTAN activar radares antimisiles de la base de Kurecek y apuntarlos hacia Siria.
Human Rights Watch
La organización humanitaria Human Rights Watch, con sede en Nueva York, presentó un informe en el que denunció al ejército sirio por la utilización de bombas de racimo contra los rebeldes pese a la condena internacional a este tipo de armas. De todas maneras, el Comando General de las Fuerzas Armadas de Siria desmintió este martes las denuncias.
“Esas informaciones recogidas por medios de prensa y atribuidas a una organización humanitaria estadounidense son falsas”, subrayó un comunicado citado por la agencia árabe siria de noticias SANA. “Siria no posee tales artefactos bélicos y la divulgación de esos infundios son parte de la campaña de mentiras de algunos medios con la esperanza de desvirtuar la actuación de los grupos terroristas armados contra la población civil”, remarca el texto.
Las bombas de racimo dispersan metralla y bolas explosivas de reducido tamaño en una zona muy amplia, explosivos que no detonan inmediatamente, lo que constituye un peligro durante largo tiempo para la población civil.