Por Martín Estévez. La salida del libro Boedo. Políticas del realismo (2013) nos permite indagar en la práctica de aquel emblemático grupo literario y en una serie de derivaciones que surgen a partir de su estudio. Se presenta hoy, miércoles 19 de junio, en el Centro Cultural de la Cooperación.
Más allá de cierto cambio en la situación general durante la última década, no son muchos, y mucho menos minuciosos, los trabajos críticos en torno del denominado grupo de Boedo, compuesto por una serie de escritores y artistas plásticos de tendencias anarquistas y comunistas que desarrollaron su práctica en la década del veinte del siglo pasado y cuyos debates con los coquetos y bienpensantes miembros de Florida -Borges entre ellos- en las páginas de las revistas culturales Dínamo, Extrema Izquierda, Los Pensadores y Claridad formarán parte del bagaje cultural argentino por siempre.
Literatura de combate, militante, ligada al mitin revolucionario, generada en gran medida por trabajadores manuales que conformaban el grupo -muchos de ellos formados en las bibliotecas obreras anarquistas y socialistas-, su postura literaria no cuaja en el progresismo culto que se autoerige como regulador de los valores estéticos. Llevado al olvido por gran parte de la crítica académica durante décadas, del mismo modo que por la industria editorial fundamentalmente en el período postdictatorial comenzado en 1983, hoy suenan ajenos a quienes no habitan aulas universitarias nombres como los del uruguayo Elías Castelnuovo, Álvaro Yunque o Roberto Mariani, quienes protagonizaron la producción literaria argentina en esos tiempos junto con, por ejemplo, Roberto Arlt, Manuel Gálvez o los hermanos Raúl y Enrique González Tuñón. Un poco más conocido por su labor en el Teatro del Pueblo nos suena Leónidas Barletta, otro de los que, años antes de su experiencia teatral, formó parte del núcleo duro de este conjunto de escritores que se juntaba en una habitación ubicada al lado de una letrina de un conventillo del barrio de Boedo, donde funcionaba la imprenta y editorial Claridad.
Por esto aplaudimos la aparición de Boedo. Políticas del realismo (2013), un libro compilado por Miguel Vitagliano que reúne once ensayos que giran en torno de esta experiencia literaria y que se presentará hoy miércoles 19 de junio a las 19:00 horas en la Sala Jacobo Laks del Centro Cultural de la Cooperación (Av. Corrientes 1543, CABA), con la participación de Susana Cella, Luis Gonzo y Florencia Angiletta, con la coordinación de Leonardo Candiano.
Los estudios críticos corresponden a investigadores de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y son el resultado de una labor de dos años al interior de la universidad. A su vez, esta serie de artículos no se limita a la literatura de Boedo, sino que la utilizan como punto de partida para indagar en cuestiones ligadas a la producción estética que resultan por demás vigentes en nuestra actualidad. Así, el estudio de una experiencia pasada pierde los visos arqueológicos en los que por momentos se regodea la crítica literaria, para convertirse en una herramienta que nos permite leer con mayor profundidad la literatura nacional del siglo XX.
Cómo puede representarse la pobreza, de qué modo la literatura argentina ha representado el mundo social de los pobres y de los marginados, qué influencias tuvo Boedo y sobre quiénes influyó con posterioridad, qué vínculos podemos apreciar entre su estética y experiencias en otras áreas del arte como en el teatro, la música o la plástica, qué fue Boedo y qué nos legó, son algunos de los interrogantes en los que este libro se detiene y a partir de los cuales sus autores definieron focalizarse en este grupo literario que buscaba representar artísticamente la vida, las costumbres y la explotación sufrida por el movimiento obrero argentino.
Boedo fue entonces tomado como “un caso” desde el cual ahondar en aspectos que exceden su particularidad y asumen debates sobre el rol de la literatura y los vínculos entre literatura y política.
Boedo. Políticas del realismo se divide en dos secciones. La primera y más amplia, titulada “En torno al realismo”, agrupa ocho ensayos sobre la historia, las características y los escritores del Grupo para luego indagar en problemáticas que llegan hasta nuestros días. En esta sección se destacan los trabajos de Emiliano Scaricacciottoli “Linajes y rupturas de una imaginación humanista”, que ubica a Boedo en un original cruce de lecturas que comienza con el poeta Almafuerte y llega hasta el grupo musical homónimo de Ricardo Iorio; el de Oscar Blanco “Modulaciones de un realismo (/naturalismo) militante”, que se centra en las particularidades generales del Grupo; el texto del director de la colección, Miguel Vitagliano –“El escritor de la época afónica”-, quien retoma la figura del fundador de Boedo, Elías Castelnuovo a partir de la relación entre experiencia, biografía y literatura; y el trabajo de Pablo Luzuriaga – “Modernismo y Boedo”-, basado en los artistas plásticos ligados al grupo, mediante los cuales encuentra vínculos entre el realismo de Boedo y las vanguardias estéticas de los años veinte y treinta, con lo que quiebra ciertas posturas críticas hegemónicas que suelen enfrentar ambas nociones, la de realismo por un lado -más ligado al “contenido”- y la de vanguardia por otro -más ligado a la experimentación con las formas-.
Completan esta sección el riguroso análisis de Fernando Ezequiel Bonfiglio -“Una literatura de redención”, “El teatro de las tinieblas”, de Andrés Monteagudo, abocado también a los artistas plásticos del grupo pero en su carácter de escenógrafos del teatro popular, “Nicolás Olivari, en realismo extremo”, de Laura Estrín, y “Verseando destinos (literatura, historia e imaginación)”, de Ximena Vergara, que toma como eje los poemas de la presunta prostituta Clara Beter, que en realidad fueron escritos por César Tiempo.
La segunda parte del volumen, “Estribaciones de Boedo”, se aboca a una lectura de la literatura posterior a la práctica del grupo pero que retoma de manera dinámica algunos de sus rasgos. Los tres textos que integran esta sección son “Wernicke, escritor póstumo”, nuevamente, de Andrés Monteagudo, “Nuevas lecturas del viaje del provinciano”, de Laura Estrín, y “Carlos Correas: un autorretrato de la ciudad”, de Javier Fernández.
Como vemos ya en la mera enunciación de los ensayos, el análisis del grupo de Boedo y su diálogo con la práctica artística previa y posterior es por demás abarcativo y conforma un completo cuadro a partir del cual podemos leer no solamente su práctica, sino también una parte relevante de la literatura argentina.
Si a esto le sumamos la profundidad que se observa en los análisis, la minuciosidad teórica con la que se aborda el tema, y el comparatismo interdisciplinario que promueve al incluir cuestiones plásticas, teatrales, musicales, poéticas y narrativas, este libro resulta un buen acercamiento para quienes pretenden indagar en esta literatura y en sus derivaciones, linajes y genealogías. Pero además de ello, funciona como una excelente excusa para seguir pensando la relación de la literatura argentina con lo popular, generalmente tomado como lo “otro”, lo ajeno del escritor, algo contra lo que la obra de Boedo alzó explícitamente su grito militante.