Por Pablo Maltz. Ante los hechos violentos que se registraron en las últimas fechas, dentro y fuera de los estadios de fútbol, la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) decidió la aplicación de sanciones preventivas a los clubes en caso de incidentes en las distintas hinchadas.
El Comité Ejecutivo de la Asociación del Fútbol Argentino comunicó las siguientes medidas:
“1- Sancionar provisionalmente con suspensión de 1 fecha a aquellas hinchadas que provocaren disturbios y/o actos de violencia dentro del ámbito que sirve de escenario a los partidos, o sea, solo aquello que ocurre antes, durante o después de la disputa del juego en el estadio.
2- Si la hinchada que lo provocare fuera del club que actúa como local, la suspensión habrá de cumplirla, jugando el próximo partido en esa condición, a puertas cerradas. Si la hinchada fuera la visitante, le estará prohibida la asistencia en el primer partido en tal condición.
Estas medidas de urgente aplicación las realizará el Comité Ejecutivo sin perjuicio de la actuación del Tribunal de Disciplina de la Asociación del Fútbol Argentino.
Esta implementación emergente fue aprobada por lo que resta del presente Torneo, ya que es el último sin la implementación y puesta en marcha del Sistema AFA Plus.”
Este castigo sólo perjudica a los clubes, cuyas dirigencias -muchas veces cómplices- no tienen la posibilidad ni el apoyo político del estado para que se dejen de producir situaciones violentas en las canchas.
Es necesario empezar a analizar más fino lo que se vive alrededor del fútbol sin caer en una asociación tan simplista de “barras” como sinónimo de irracionales, cuando la disputa de poder y dinero dentro de las mismas hinchadas es totalmente racional para defender los intereses y el status que se pone en juego -paralelamente- en sindicatos, partidos políticos y demás espacios de poder donde participan.
Podríamos echar el ojo también a algunos de los que visten saco y corbata, que van con entradas de protocolo a la platea, utilizando los servicios de fracciones de la hinchada para su propio beneficio.
Lo que no se difunde es que a los hinchas y socios que son parte de la vida social de los clubes, cada fin de semana, principalmente de visitante, los despojan de su situación de ciudadanos con derechos y obligaciones, pues los retienen como ganado en las inmediaciones de los estadios, los maltratan, les sacan algunas de sus pertenencias y los ubican en lugares reducidos, con baños en pésimas condiciones, con bebida y comida a precios inaccesibles. Este clima alienta a que los hinchas apañen o justifiquen los disturbios, que muchas veces comienzan con provocaciones por parte de la policía.
Sería de gran ayuda para prevenir la violencia en el fútbol, revisar las investigaciones hechas por antropólogos, periodistas y sociólogos como Pablo Alabarces y José Garriga Zucal que desarrollan esta problemática pero que no son tenidas en cuenta por los diferentes organismos de prevención y seguridad deportiva.
Hace falta un análisis menos superficial por parte de todos los actores sociales involucrados, empezando por la AFA y los organismos estatales, para que las medidas que se implementen tengan por objetivo la prevención y no el castigo a los hinchas de fútbol.