La CGT se debate en la prefiguración del modelo que se desarrolló hasta el día de hoy al frente de la Central. El juego de los “gordos” en el nuevo escenario y el final anunciado de un amor conveniente entre Moyano y la presidenta Cristina Fernández.
El conflicto que desde hace poco más de un año enfrenta a Hugo Moyano, líder sindical de la Central General de Trabajadores (CGT), con la presidenta Cristina Fernández definió la arena de la disputa en términos de polarización, a la cual el líder cegetista acude incansablemente en todas sus declaraciones en una suerte de revanchismo de niño abandonado.
La necesaria revisión de las políticas laborales y reclamos sindicales que la CGT ha venido sosteniendo en su trayectoria reclama a nivel histórico un intento superador en donde exista un debate hacia su interior. Como la central obrera con mayor peso en la mesa de negociación nacional; pero muchos de los planteos y discursos de Moyano acuden en la línea de quién ha dejado de tener en muy corto tiempo los beneficios que otrora alcanzara en la Casa Rosada.
En este sentido, se podría decir que la disputa de poder es entre dos visiones. La del kirchnerismo que apunta al destierro de la burocracia gremial, las patotas sindicales y la ineficaz administración de una caja abundante con los aportes de miles de trabajadores a una obra social en decadencia. Por el otro lado el moyanismo, con las presiones sobre las paritarias como muestra gratis de la depresión salarial en un momento de crisis económica que decanta a su vez en una ausencia de pluralismo político. Ambas visiones dejan un sabor amargo sobre la profundización del debate de los derechos ya ganados de una clase trabajadora sepultada en peleas mediáticas.
Dentro de esta coyuntura, la CGT se debate la finalización de un ciclo que promulga la conformación “de un no liderazgo”. El martes pasado 50 jefes gremialistas se reunieron en la mesa de los “Gordos” de la CGT, entre ellos Oscar Lescano, Armando Cavalieri, Antonio Caló y Luis Barrionuevo. El objetivo, definir cuál sería el nuevo camino de la Central cuya conducción se renovará en julio próximo, en la cual más del 60% de los congresales que asistieron definieron apoyar a un mismo candidato.
Una de las fuerzas del sindicalismo obrero con más trayectoria de la Argentina anticipa el fin del “ciclo Hugo Moyano” como resultado en parte del quiebre de la relación con la presidenta y en demanda de un perfil del gremio que elimine el personalismo.
Mientras que el titular de Luz y Fuerza, Oscar Lescano quién desde el año pasado viene declarando la “necesidad de adelantar elecciones de las autoridades” en la Central, reclama que haya una “conducción colegiada” reafirmando de este modo su opinión respecto de la salida de Moyano como líder, pese a que éste días atrás mencionó su intención de una reelección en el mandato. Algunos de los nombres que suenan para sucederlo además del propio Lescano es el del metalúrgico Antonio Caló de la UOM quien señaló que “la CGT tiene que tener una política independiente y autónoma respecto de los que gobiernan, aunque ellos lo hagan bien”. Sin embargo el secretario general del gremio de Smata, Ricardo Pignarelli –uno de los favoritos de la Casa Rosada en la sucesión, junto a Caló- y quien admitiera prematuramente en ese entonces que firmaría un aumento salarial del 18% cuando aún las paritarias estaban discutiéndose en los gremios, quedó relegado de los “elegidos” por los “Gordos”.
El documento que se firmó entre los 50 gremios presentes resalta la unidad obrera y volver a las máximas del peronismo: la patria, el movimiento y los hombres. En este sentido y ante el temor de una fractura, uno de los emisarios en la discusión paralela con Moyano, el líder de la Unión Tranviarios Automotor (UTA) Roberto Fernández manifestó que “a través del debate y el consenso es que jerarquizaremos a la futura conducción de la CGT, a la vez que brindaremos a la sociedad la real imagen de un movimiento obrero unido” respecto a la posibilidad de que el líder actual de la Central se integre a un nuevo escenario desde otro rol, pudiendo mantener así al sector de los camioneros adentro.
En tiempos de polarización política el sindicalismo de la CGT se postula ingresar a una nueva etapa que deje atrás el “personalismo”, en pos de una pluralidad de voces que conjugue la unidad del movimiento obrero con una intencionalidad y “compromiso de elaboración de políticas con el aval del Estado”. “Volver a las fuentes” señalan las voces más fuertes en el espacio en donde no participó Moyano, que se encamina hacia un modelo que diverge entre posturas kirchneristas y barrionuevistas.