Por Mauro Restifo*. El 14 de diciembre de 2008 comenzó a caer la herencia de López. Sí bien ese día quedó decretada su salida por voluntad popular, fue la primera que perdió del todo.
La historia de Eduardo José López al frente del Club Atlético Newell’s Old Boys es bastante conocida. Su discurso era el del empresario exitoso que mejoraría la administración y haría un uso más eficiente de los recursos, a la vez que impulsaría negocios beneficiosos como nunca antes. Lo cierto es que esa promesa idéntica a la que puso al borde de la desaparición a Español, a Racing, a Ferro, no escapaba a la realidad que se empezaba a gestar en el fútbol argentino. La historia del club del Parque Independencia venía de vivir sus mejores años en cuanto a títulos (’88, ’90, ’91, ’92 y dos subcampeonatos de América). El año 94 llegó con una promesa que Newell’s no necesitaba: éxitos. Acostumbrada a una vida social activa, la gente iría sufriendo la decadencia que provocaba el miedo que entrañaba López.
Con el club literalmente cerrado, con los ídolos impedidos de volver, con el intento de borrar la historia a través de la destrucción física y simbólica de todo el patrimonio cultural del club, el hincha comenzó a sentir el desarraigo. La promesa de entrar gratis con el carnet de socio se convirtió en la prohibición para hacerse socio. Así lo había logrado, echar al socio, sacarle el poder de decisión y quedarse con todo. La reacción a esto fue la bronca contenida.
Con el correr de los años y los problemas mencionados, fue apareciendo en el estadio, en algunos momentos clave, un canto en contra de López: “Andate López la puta que te parió…”. Ese canto era ya el único medio para expresar la disconformidad que había encontrado la gente. El único modo de manifestar el descontento, porque elecciones ya hacía rato que no había. Esa era la otra parte del plan. La respuesta era la clásica para los casos de autoritarismo: golpes a los disidentes, intimidaciones a cualquier manifestación opositora e impunidad garantizada de parte de la ley.
La realidad puso al disidente afuera y así empezó la resistencia. El descontento por lo antedicho había intentado ser canalizado por listas opositoras que morían antes de nacer por el sólo hecho de no haber elecciones. Los reclamos en la justicia morían en la injusticia. No había realmente ningún modo instituido de protesta al cual recurrir. Por lo tanto debió ser inventado. De este modo los hinchas, primero pocos, después muchos, comenzaron a autoconvocarse. La situación no era sencilla, el miedo a las amenazas estaba. Por eso, primero entre conocidos, luego hecho público a través de las redes y finalmente en la calle surgió un movimiento capaz de garantizar de a muchos lo que nadie les garantizaba: poder protestar. Las escaleras de tribunales comenzaron a ser frecuentadas por los hinchas. Las causas de a poco comenzaron a cambiar el lugar en donde se decidirían. Los tribunales siguen tardando en sentenciar a López pero la sociedad ya sabía que era culpable. Sí, la sociedad. Porque no fue sólo el hincha leproso sino, toda la sociedad, la que elevó un reclamo de democracia.
Corrientes y Córdoba fue el sitio de la primera marcha que no salió. Luego, en Moreno y Córdoba comenzaron las demás, que sí salieron. La primera reprimida por la barra brava ante los ojos de la policía. Las que siguieron, de a poco, sacudiéndose el miedo se fueron colmando de gente. Pero quizás haya sido el amor que hay juego en todo esto, que ayudó a vencerlo. O mejor dicho, a ir con temor y todo a poner la cara de una vez por todas por aquello que se ama tanto, que se necesita.
¿Por qué pasó todo? Una pregunta que puede ser hecha con tristeza o con ilusión. Ya, en adelante, no podrían reprimir más. A esa altura las marchas eran multitudinarias y periódicas. Se había logrado instalar la justeza del reclamo. Pero no se había podido dar ni un paso adelante para cambiar definitivamente el gobierno del club. A esa altura el repudio al dictador era generalizado. Su supervivencia en el poder pasaba porque las elecciones no existieran. Al “andate López” le sucedieron “quien es el juez Oroño” (en alusión al juez que tenía en sus manos causas de López), “elecciones ya”, “intervención ya”, la protesta en la puerta de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), la toma de la gobernación de la provincia de Santa Fe, escraches al gobernador, al ministro de justicia, a la justicia en general, etc. La respuesta del oficialismo fue lo mismo de siempre: violencia y mentiras. Las calles pintadas por la barra con la leyenda “Lorente violador”, en alusión al candidato a presidente del por entonces Movimiento Leproso social y popular (MOLE). Y como nunca antes había hecho durante su gestión, que se caracterizaba por actuar desde las sombras, comenzó a frecuentar programas de televisión, relativizando las elecciones diciendo que no iban a ocurrir porque no se presentaría nadie. Si bien las sucesivas protestas y manifestaciones fueron golpes duros para el ex mandamás, hasta ese momento no había perdido ninguna disputa por completo. Hasta que la perdió.
El 14 de diciembre amaneció con jóvenes por todos lados en el Parque intentando garantizar la seguridad de los votantes y que pudieran pagar las cuotas que la justicia había impuesto que se debían pagar. Por entonces $144. La organización se había impuesto una vez más, al punto que la carpa montada por la barrabrava en la puerta de la entrada para la votación ya no lograba paralizar a nadie. A esa altura la llegada de Marcelo Alberto Bielsa para ser el primero en votar empezaba a ser la coronación de tanta lucha.
Una incertidumbre digna, trabajada, planificada, decorada de noches en vela y dudas abismales, necesitada por todos y construida por los hinchas y los socios de Newell’s.
*Integrante de socios e hinchas autoconvocados de Newell´s Old Boys.